Crítica de Cine

Anomalisa para principiantes

Siendo cierto que comparten autor y trazo, enormes diferencias separan a Arrugas (Ignacio Ferreras, 2011) de estas Memorias de un hombre pijama y convendría alertar sobre ellas. Para empezar, todo lo que en la primera era narrado con soltura y buen pulso, aquí es torpe y verborreico. El tema, también es verdad, no se presta a lo mismo: poco comparte una residencia de ancianos con un grupito de amigos en la crisis de los treinta-cuarenta, pero también es necesario señalar cómo justamente el mismo sujeto de la película ha sido tratado con mucha más sensibilidad y desparpajo, por ejemplo, en Anomalisa (Charlie Kaufman, 2015), si bien en ese caso optando por el stop-motion.

La trama presuntamente autobiográfica de la crisis de madurez del dibujante Paco Roca apenas sostiene el interés durante todo el proceso de auge y caída de su relación con Jilguero (sic). La relación directamente proporcional entre la felicidad obtenida por el idilio y la consiguiente pérdida de libertad y éxito personal apenas causa empatía salvo en las muy puntuales pinceladas de humor negro, casi siempre vinculadas al desgraciado antagonista en la voz de Manuel Manquiña. Antagonista, sin embargo, que a nivel de acción se muestra tan irrelevante como el bardo Asuranceturix.

Ante un conjunto tan vacuo y errático, casi todo resulta tosco. La película critica el machismo, pero los personajes femeninos son puro estereotipo. Parodia la inmadurez al mismo tiempo que la vitorea. Pretende reírse de sí misma pero se autocita con una frecuencia sonrojante. Tampoco ayuda al total la elección de Love of Lesbian como banda sonora, en una concepción más cercana a la mera playlist que a una partitura ad hoc que tal vez hubiese aportado algún interés a la cinta. Intro y outro confirman los indicios: esta vez sí, mejor olvidarse.

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