Como depositario de un legado forjado durante más de medio siglo en la ciudad en pro de la cultura, la libertad de pensamiento, el compromiso ético y la creación; pero, más aún, como agente estimulante para la activación presente de los mismos órdenes: así se reivindicó ayer el Ateneo de Málaga en el acto tradicional de entrega de su Medallas, con el que la institución rinde homenaje a diversas personalidades destacadas por su aportación a una mayor humanización en el contexto más cercano. El evento se celebró un año más en la Sala María Cristina, con la presentación de la vicepresidenta del Ateneo Pilar Núñez Flores y la contribución musical de la Joven Orquesta Promúsica bajo la dirección de Javier Claudio, pero contó episodios significativamente reveladores a lo largo de su desarrollo gracias a la aportación de sus diversos protagonistas.

Uno de ellos fue la presidenta del Ateneo, Victoria Abón, quien clausuró su primera entrega de Medallas al frente de la institución con un discurso cargado de intenciones que ahondaba en la reivindicación tanto del legado ateneísta como de la semilla presente para la creación futura. Antes, contó considerables dosis de emoción la concesión de la Medalla del Ateneo a su predecesor en el puesto, Diego Rodríguez Vargas, quien recibió la distinción durante la ovación cerrada que llenó el auditorio. Para el recuerdo quedó también el momento en que el compositor Antón García Abril, referencia clave de la música contemporánea en España y músico muy ligado a Málaga, recibió su Medalla de manos de la pianista Paula Coronas mientras la Orquesta Promúsica interpretaba su Danza del camino. La cantante Diana Navarro, el escritor Francisco Peralto y la Asociación contra el Silencio y el Olvido por la Recuperación de la Memoria História recibieron el resto de condecoraciones en una noche en la que el Ateneo de Málaga brilló con luz propia. Con la vista puesta en el mañana.