música

Battiato, la clase de un grande

  • Con una enorme sonrisa en la cara apareció anoche el músico italiano en el escenario de La Malagueta para hacer posible uno de esos conciertos que quedan en el recuerdo

Como casi todo lo bueno de la vida, también Franco Battiato se hizo esperar anoche. Aunque no demasiado. A las 22:20 empezaba el concierto y el público, que principalmente ocupaba el ruedo del coso malagueño, lo recibió con una gran ovación. Antes de que el músico italiano rindiera a sus pies la plaza de toros, presentó a su telonero, Juri Camisasca, que interpretó un par de temas. Este músico autodidacta que en los primeros años setenta editó el experimental disco La finestra dentro mientras colaboraba en los primeros trabajos de Battiato y con la histórica formación de vanguardia il Telaio Magnetico, actuó en Málaga por primera vez, acompañado de piano y teclado.

Pero encontrarse con el magnetismo de Battiato era lo que realmente todos los allí congregados esperaban -que quizás fueron menos de los esperados porque se vieron muchos huecos en las gradas-. Derrochó vitalidad y energía al entrar en el escenario. Con una enorme sonrisa en la cara hizo su aparición y su entrada vino acompañada de todos los músicos. Fue entonces cuando empezó la fiesta.

Sentado sobre una alfombra persa, ataviado con una gran flor en la solapa -una biznaga con la que hacía un guiño directo a Málaga-, sus dos primeros temas fueron introduciendo al publico a su universo personal. En la tercera canción, No time no space, ya tenia a los asistentes entregados, esos que sumaron todos los años, todos los estilos y las generaciones dando buena cuenta de lo ecléctico y polifacético del creador que los reunía.

No me abandones más, fue su siguiente tema y una muestra de la talla del cantante y de los músicos de los que vino acompañado, Carlo Guaitoli al piano, Angelo Privitera con los teclados y sintetizadores y el Nuovo Quartetto Italiano formado por los violines Alessandro Simoncini y Luigi Mazza, Demetrio Comuzzi a la viola y Luca Simoncini con el violonchelo.

Con un sonido impecable, su voz no sólo desgranaba sus composiciones, también hablaba de la clase de un grande de la música, capaz de ganar intimidad en cualquier escenario, de acercarse con generosidad a sus seguidores, de entregarse sin pedir mucho a cambio. Sin interrupciones, casi sin presentaciones, Battiato fue enlazando las piezas hasta llegar al tema cantado en español La estación de los amores. Con calidez y color fueron pasando con rapidez las casi dos horas de concierto que ofreció y poco después de la medianoche llegó al final, cuando pidió al propio público que eligiera la última canción. Como no podía ser de otra manera, el postre fue Yo quiero verte danzar y Cucurrucucú paloma, un regalo que el público supo apreciar. Nadie pudo ni supo quedarse en su asiento para regalarle una aplauso tan caluroso como el concierto que había brindado dentro del festival Terral que organiza el Teatro Cervantes y que sirvió de inicio para su gira por España.

Singular hasta lo inclasificable, popular y experimental a la vez, capaz de romper estructuras rítmicas y al mismo tiempo facturar adictivas melodías, Franco Battiato es un artista tan poco convencional como insustituible, de esos a los que hay que ver alguna vez en la vida y la oportunidad para muchos fue la de anoche. El compositor y cantante de Centro di gravità permanente y Bandiera bianca sigue su ruta por España con citas hasta el 24 de julio. Huesca (Festival Pirineos Sur, 15 de julio), Madrid (Noches del Botánico, día 18 y entradas ya agotadas), Cartagena (La Mar de Músicas, 20), Girona (Festival Castell de Peralada, 22) y A Coruña (día 24) son los próximos escenarios donde podrán escuchar a un músico integral y en constante evolución que, con 72 años, demostró anoche en Málaga tener mucho todavía que ofrecer.

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