Cultura

La Bienal conjuga historia y contemporaneidad en Venecia

  • La 54 edición abre sus puertas en la ciudad de los canales para ofrecer, hasta el 27 de noviembre, obras contemporáneas de 83 artistas y tres lienzos de Tintoretto

La 54 edición de Bienal de Arte de Venecia abrió ayer sus puertas al público con una propuesta que conjuga historia y contemporaneidad y en la que la imagen y el formato audiovisual son protagonistas. Así, este año la muestra, que se presenta bajo el lema Illuminazioni-Illuminations, cuenta además de con las obras contemporáneas de 83 artistas, con tres pinturas del maestro veneciano del Renacimiento Tintoretto. Una decisión con la que, según explicó la propia comisaria de la bienal, Bice Curiger, se pretende ligar la exposición con lo que está fuera de ella gracias a unas obras como las de este genio renacentista que, con su lenguaje visual "muy directo", permite establecer un "diálogo con el mundo contemporáneo".

Un mundo en el que la imagen, a través de sus diferentes formas, tanto en fotografía tradicional o digital, como en vídeo, corto, documental o película, adquiere una importancia capital en la transmisión del arte en la Bienal veneciana. Un ejemplo de ello puede encontrarse en el pabellón alemán, galardonado ayer por el jurado con el León de Oro y en el que se recoge la obra del fallecido Christoph Schligensief, en una propuesta audiovisual que revive su carrera, así como la experiencia de su enfermedad. El recinto reproduce en su interior un oratorio, en cuyo espacio central se proyecta A Church of Fear vs. The Alien Within, concebida en 2008 por el artista como la segunda parte de la trilogía dedicada a su lucha contra el cáncer. En los muros laterales del pabellón, situado en el espacio de los Jardines de la Bienal, se reproducen seis películas de diferentes momentos de su carrera junto a otras que testimonian su proyecto Opera Village, un complejo situado cerca de la capital de Burkina Fasso que acoge una escuela de música y de cine.

El León de Oro para el mejor artista recayó en el estadounidense Christian Marclay por su trabajo The clock. "En los últimos 30 años ha establecido los límites entre las formas artísticas y los distintos géneros", destacó el jurado sobre Marclay, cuyo trabajo fue calificado como una "obra maestra".

También la imagen juega un papel fundamental en un pabellón como el de Chile, que con Grande Sur, del artista Fernando Prats, lleva a Venecia el testimonio de la potente naturaleza chilena, como el terremoto que azotó hace algo más de un año el país o la erupción del volcán Chaitén en 2009. Un proyecto que llevó al artista a los lugares de la geografía chilena en los que la naturaleza estalla o explota y cuyas consecuencias el artista calca con sus papeles.

Por otro lado, en esta Bienal el arte demuestra una vez más que puede ser comprometido, como evidencian las bolsas rojas con letras blancas que se distribuyen en el marco de esta celebración artística y en las que se pide la liberación del artista chino Ai WeiWei, detenido por las autoridades de su país desde principios de abril.

Otra demostración de ese compromiso social puede verse en el pabellón de Dinamarca, que presenta el proyecto Speech Matters, donde 18 artistas internacionales exploran la complicada cuestión de la libertad de expresión. Una de las propuestas que llama la atención es la de Taryn Symons con Farah, la fotografía final que aparece en el filme Redacted, de Brian De Palma, en la que el cineasta narra la historia de cuatro soldados estadounidenses destinados a Iraq, que asesinan y violan a una joven y a su familia. La fotografía de Symons, reconocida por sus trabajos en los que da voz a los oprimidos, es el último fotograma que aparece en la cinta de De Palma, y en él se ve el cuerpo de la joven Farah, interpretada por la actriz Zarah Zubaidi, tras su asesinato.

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