arte

¿Cambiamos el mundo?

  • La Caja Blanca exhibe las obras realizadas dentro del proyecto 'Excedentes/Excess', con intervenciones encaminadas a solucionar aquello que denuncian como un mal

Proyectos como Excedentes/Excess revelan la capacidad de algunas prácticas artísticas para constituirse en verdaderas armas de transformación social. Asimismo, nos enfrenta, por un lado, con una estrategia articulada en dos grupos de trabajo instalados en Madrid y Nueva York -un verdadero trabajo en red-, y en la que la autoría se halla diluida entre distintos artistas como José Luis Bongore -quien materializa esta muestra en Málaga- y Beatriz Marcos, ambos en España, y Ricardo Miranda y Brooke Singer en USA; ellos, además, establecen alianzas puntuales con colectivos y organismos como universidades, con lo que sus acciones ganan cierta institucionalización y pierden ese marchamo, tantas veces usado en sentido peyorativo, de lo marginal.Por otro lado, asistimos a la dimensión política de la creación artística.

En este caso no sólo se denuncian o critican ciertos comportamientos o actitudes que se daban tanto en los tiempos de bonanza -sí, aquel espejismo- como en la actual coyuntura de crisis y de extrema necesidad para muchos ciudadanos, sino que Excedentes/Excess plantea intervenciones concretas encaminadas a intentar solucionar aquello que denuncian como un mal.

La problemática que origina esta reflexión es la del nulo aprovechamiento de los excedentes alimenticios desechados por los distribuidores comerciales debido a múltiples razones (cercanía a la ambigua fecha de caducidad o no contar con la mejor apariencia), así como situaciones relacionadas, tales como la abyecta situación de aquellas personas que se ven obligadas, cual animales, a rebuscar alimentos entre los contenedores de basura.

No deja de ser curioso, y también ilustrativo, cómo las administraciones locales han consumido más esfuerzos, mediante ordenanzas municipales, para evitar esta molesta imagen -ojos que no ven- que en intentar solucionar el origen de la misma. Ciertamente, el desaprovechamiento de los alimentos es un síntoma de una sociedad para la que el derroche y el despilfarro, al fin y al cabo el sobre-consumo y lo insostenible, han sido -y me temo que siguen siendo- indicadores de bienestar.

El proyecto tiene un punto casi genético en el diseño y ejecución del llamado carrito de mermas, obra del colectivo Todo por la praxis. En ese contenedor móvil, los alimentos sobrantes de mercados de abastos pasan a estar a disposición de las personas que quieran coger esos excedentes sin tener que hurgar en los bidones de basura. Además de una mejora de las condiciones de salubridad, se evita que la persona tenga que rebuscar y recobre así la dignidad perdida. En uno de los espacios de La Caja Blanca se proyecta un vídeo en el que se aprecia cómo esos carritos se disponen en el espacio público y las personas pueden acceder a ellos libremente y surtirse de los alimentos que, de no ser por estos artistas, se pudrirían o acabarían en los vertederos sin que nadie pudiera aprovecharlos.

Sin embargo, en el desarrollo del proyecto, los artistas se encuentran con que la legislación española hace que la responsabilidad por una posible intoxicación recaiga sobre el dador de esos alimentos, con lo que tenderos y empresas evitan donarlos para este fin social. Esta situación también existía en Estados Unidos hasta que Bill Clinton aprobó la Ley del Buen Samaritano. Con este escenario, los gestores de Excedentes/Excess deciden operar en el marco legislativo, creando un grupo de trabajo en el que participa la Facultad de Derecho de la Universidad Carlos III con el objetivo de que la ley sea cambiada.

Los artistas, a la vista de esta práctica, se convierten en impulsores, aglutinadores, agitadores y catalizadores de estrategias, sinergias y situaciones llamadas a transformar la cotidianeidad y la legislación que la ordena. Para ello dan forma a los elementos o materiales necesarios, desde el diseño de un carrito hasta andar los pasos legales para desarrollar una Propuesta de Ley que traiga un nuevo escenario.

Excedentes/Excess lleva estos ejercicios al espacio público, el que nos pertenece y compartimos, de modo que se democratiza la intervención artística y permite el diálogo con la ciudadanía, que puede, incluso, participar en el proceso. En definitiva, trabajar en el espacio público supone interferir y transformar el presente y condicionar el futuro.

En paralelo y con posterioridad, el espacio expositivo se convierte no sólo en lugar de puesta en conocimiento y muestra de los resultados, sino también en foro de trabajo, debate, reflexión y toma de conciencia y de activación del espectador, que puede convertirse en sujeto crítico. En La Caja Blanca se exponen los diversos materiales resultantes del proceso de trabajo: vídeos de la interacción de los usuarios con el carrito, de conferencias y sesiones de trabajo abiertas al público, entrevistas filmadas sin editar, diagramas, esquemas susceptibles de ser calificados como manifiestos de actuación, documentos legislativos y abundante información acerca de la problemática y del propio proyecto.

La sala deja de ser un lugar para los sentidos y es, ante todo, un espacio para la reflexión y el análisis. Esta práctica artística, marcadamente social y crítica, que se traslada a la sala bajo las formas de lo documental y lo archivístico, nos hace recordar la mítica Shapolsky et al. Sociedades Inmobiliarias de Manhattan, un sistema social a tiempo real, a 1 de mayo de 1971 de Hans Haacke. En ésta, el artista alemán, uno de los padres de la crítica institucional, con un trabajo meramente documental (fotografías de edificios, documentos catastrales oficiales, planos y diagramas que demostraban intereses ocultos) denunciaba la depauperación y marginalización programada de algunos barrios neoyorquinos por mor de la especulación inmobiliaria, señalándose incluso a las grandes familias, corporaciones y políticos que la habían urdido o permitido. Aquel ejercicio, que provocó que el Museo Guggenheim impidiera su exhibición en sus salas en 1971, pues podía revelar la cercanía de los patronos y/o benefactores de la institución con el grupo inmobiliario, fue una autentica investigación cercana a lo judicial, en la que el artista adquiere los roles de ciudadano comprometido y pseudo-fiscal.

Ante el descrédito de la política, con la evidente falta de soberanía de muchos de los gobiernos europeos, con el cuestionamiento acerca de la utilidad del voto y los (incumplidos) programas electorales, o la obediencia de los gobiernos a algo tan intangible como los mercados, el ser-político es, hoy como siempre pero ahora más necesario que antes, aprovechar los resquicios por mínimos que sean para interferir con nuestras actitudes en el día a día. Los artistas de Excedentes/Excess, simplemente ciudadanos comprometidos, tienen clara esa capacidad de intervención tanto como que no hay estética sin ética y que transformar la realidad empieza por solucionar lo más cercano. ¿Cambiamos el mundo?

La Caja Blanca 'Excedentes/Excess'. La Caja Blanca. Avda. Editor Ángel Caffarena, 8. Málaga. Hasta el 9 de agosto.

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