Cultura

Cruce de escenarios

  • Andrés G. Leiva muestra su talento para el dibujo en 'Serie B', reunión de personajes, ambientes y situaciones tomados mayormente del celuloide

Serie B es el nuevo alarde de Andrés G. Leiva (Córdoba, 1969), y la primera novela gráfica que el historietista publica fuera del catálogo de Sins Entido desde que, en 2002, lo fichara la escudería madrileña de Jesús Moreno. Son cosas de la crisis, que proyectos editoriales de tan meridiana importancia se vayan al traste, o al menos al limbo, en espera de corrientes más favorables para navegar. Pero en la crisis no dejan de brotar los renuevos, y la también madrileña Dibbuks, que con buen ojo ha incorporado a Leiva a su catálogo, luce ahora más fuerte e interesante que nunca. Después de diez años de intenso trabajo, presume de títulos imprescindibles como El azul es un color cálido o Degenerado, por citar solo un par de lo más obvio.

¿Qué es Serie B, además de un álbum bonito y bien editado? En lo literario puede definirse como una búsqueda, la de un puñado de historias cortas concitadas por el autor para hallarles un objetivo común, un solo argumento que las integre y dé sentido. Es también una reunión de personajes, ambientes y situaciones tomados mayormente del celuloide, tal como anuncia el propio título del libro. Por las páginas de Serie B asoman la giganta de El ataque de la mujer de 50 pies, la casa de Con la muerte en los talones, la fiesta de El guateque y tantos otros motivos cinematográficos. Verán que he escrito "mayormente", y es que Serie B no solo se nutre de lo fílmico; hay en sus páginas un sinfín de referencias prestadas por diversos campos culturales como la pintura, la literatura o el cómic (por salir, salen personajes de otros tebeos del mismo Leiva, como el impagable doctor Corman de Evelyn). Es por ello que la novela gráfica se convierte además en un juego para el lector, que se siente tentado a ir reconociendo las piezas del puzle. De pronto, cae uno en la cuenta de que aquel personaje es la Mary Rose de J. M. Barrie, de que el sufrido director de cine se parece y habla como Billy Wilder, de que tal plano recuerda al célebre lienzo de Andrew Wyeth o de que las habilidades de cierto actor al piano son como las que se atribuyeron en su día a Errol Flynn. En resumen, que el libro provee disfrute más allá de su lectura, y es que, en última instancia, se trata de un divertimento.

Pero si hay un aspecto de Serie B que sobresale por encima de los demás, claro está que es el visual. Leiva tiene un talento manifiesto para el dibujo y la narración gráfica, y su estilo ha ido creciendo con cada obra. Al hablar de él se citan siempre sus tempranas influencias (Moebius, Corben o Das Pastoras) y los modelos que fue hallando por el camino (Breccia es un buen ejemplo), pero creo que es tiempo de mirar al autor bajo otra luz. Por lo pronto, ha abandonado la seguridad de las ceras, una técnica que dominaba con rotundidad, para explorar la (difícil) libertad de las acuarelas. El cordobés ansía emparentarse con la plasticidad de Gipi o la espontaneidad de Sfarr, y Serie B contiene los primeros pasos en esta senda. Les recomiendo que no se lo pierdan.

Andrés G. Leyva. Dibbuks. 152 páginas. 18 euros.

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