Cultura

Duelo con peluca

Drama, España, 2010, 102 min. Dirección y guión: Achero Mañas. Fotografía: David Omedes. Música: Leiva. Intérpretes: Juan Diego Botto, José Luis Gómez, Ana Risueño, Najwa Nimri, Lucía Fernández. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Rosaleda, Plaza del Mar.

Hace ahora una década que Achero Mañas era proclamado como la nueva esperanza blanca del cine español con un rotundo y sonado espaldarazo institucional a su primera película, El Bola, surgida en pleno apogeo de ese realismo blando que iba a marcar tantos otros debuts de cineastas de su misma generación. Hablamos de un cine de temas, un cine atento a cierta realidad mediática, un cine de guiones férreos y formas discretas, un cine que, lejos de hacer de la puesta en escena su principal baza de descubrimiento del mundo, se parapetaba en fórmulas de probada eficacia para tomarle el pulso a la España contemporánea desde los rincones de lo políticamente correcto y un aire de progresía muy del gusto de los nuevos públicos.

Si la sobrevalorada El Bola era síntoma de este modelo con todos sus defectos y limitaciones, Noviembre fracasaba ya estrepitosamente en sus pretensiones artísticas y en su mensaje comprometido para con las gentes de la farándula. Siete años después, el director y guionista regresa produciéndose él mismo, reivindicando su independencia ante esa misma industria que un día lo mimó y que hoy, al parecer, le da la espalda ante el riesgo de su nueva propuesta. Por tal riesgo hemos de entender el filo de la navaja por el que se mueve esta Todo lo que tú quieras a la hora de plantear una nueva variante del duelo y la identidad de un padre a través del travestismo y la suplantación. Tras la muerte (anunciada) de su mujer, un abogado (Juan Diego Botto, valiente) asume la necesidad de crear una madre postiza para su hija de cuatro años llevando al límite su proceso de transformismo y las consecuencias sociales del mismo.

Por más que Mañas se empeñe en apuntar las raíces autobiográficas del asunto, su película nace, como tantas otras de su especie, de una traducción dramática forzada de un nuevo tema de actualidad, aquel que afecta a padres separados a los que se les restringen sus derechos en una sociedad falsamente igualitaria. A partir de esa idea algo simplona, Mañas teje un argumento extremo que aspira a funcionar como metáfora, para lo cual no duda en crear personajes y situaciones límite que dibujan el paisaje perfecto para su excéntrico drama.

El problema viene ya desde el arranque, al prescindir de la mirada (y la voz) de la niña para centrar todo el peso en la figura del padre, cuyos problemas y convicciones parecen desvanecerse en lo que tarda en sonar una canción pop para hilar una secuencia de montaje o tras un breve encuentro con un viejo transformista (José Luis Gómez) dispuesto a dar lecciones de vida y tolerancia. Esta pequeña trampa de punto de vista deja al personaje de la niña a un lado para construir un drama al que le faltan consistencia, desarrollo y detalles de verdad en la indagación sobre el duelo. Lo que vemos es otra cosa, una confusa y caprichosa deriva de ida y vuelta por los caminos del desconcierto masculino y una torpe denuncia de los mecanismos sociales que arrinconan la diferencia en tiempos de tolerancia. Ni las imágenes atenuadas de David Omedes ni la insidiosa música de Leiva ayudan a que todo esto trascienda cinematográficamente más allá de las buenas intenciones y el ánimo reivindicativo.

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