Su profesión les obliga a ser distintos cada día, a convertirse en personajes de guión, pero también a improvisar cuando las circunstancias lo requieren. Fuera del escenario los actores continúan bregando con un presente que cuesta representar y un futuro que se avecina, cuanto menos, grotesco. Siete reconocidos actores malagueños reunidos bajo el sello de Pata Teatro digieren estos días con deleite el éxito de El Perro del Hortelano, su primera apuesta en verso que, hasta el 4 de agosto se instala -de martes a sábado- en el patio del Museo de la Semana Santa, dispuesta a hacer del clásico de Lope de Vega la antesala de algo mayor: consolidar en la capital una temporada veraniega de teatro clásico y "crear público". El reto es difícil, pero ellos ya han podido comprobar, después de diez días en cartel, que la propuesta cala "y que hasta repiten", recalca Macarena Pérez, una de sus actrices.

"Ha sido difícil de parir porque hemos estado dos años tocando puertas", recuerda la intérprete. Finalmente la Junta de Andalucía a través del Teatro Cánovas asumió el desafío y el Museo de la Semana Santa les dio cobijo. La compañía se propuso probar en Málaga la solvencia de una iniciativa que "en otras ciudades andaluzas y en Madrid" ya tiene solera. "Ofertan todos los veranos teatro clásico y funciona, aquí hasta ahora era inexistente. Es una semillita que hemos plantado para que esto continúe y no muera aquí", expresa Pérez. Junto a ella, los otros cinco actores de El Perro del Hortelano se muestran igual de satisfechos ante el poder de convocatoria de un espectáculo que trastoca los parámetros del teatro convencional. El público comparte espacio con actores vestidos de época, que disfrutan "del gusto de la cercanía", el escenario, con una fuente en medio, sin telón y a la intemperie recuerda a los corrales del comedia del siglo XVI y, "el texto es una joya", apunta Miguel Guardiola, otro de sus protagonistas. El resultado: "la gente sale enamorada", resume a su lado Virginia Muñoz. Se trata, asegura, de ofrecer algo más que una obra de teatro, "una experiencia". Y para el elenco además, el hecho de residir durante un mes en un mismo espacio se convierte casi en un privilegio. "Para una compañía en Málaga no suele ser normal ir a trabajar todos los días", subraya Muñoz.

Llegados a este punto, toca sacar a colación la noticia que tiene a todo el gremio contrariado, la subida del IVA hasta 13 puntos para las entradas a los espectáculos. Ante el panorama que se le presenta al gremio actoral, Norberto Rizzo recuerda un hecho: "el teatro también es una fuente de creación de empleo y genera riqueza. Para este espectáculo trabajan cada día 16 personas, sin contar con el personal del Cánovas", advierte el actor. Y para evitar malentendidos, Josemi Rodríguez, director de la compañía recuerda que el teatro "no es una industria subvencionada", matiza. Cuando es la administración pública la que les contrata "quien subvenciona es el público, máxime cuando aquí prácticamente no existe la empresa teatral", sostiene. Y Macarena Pérez añade: "ahora estamos nosotros subvencionando a la administración".

La inestabilidad que sufre al sector de las artes escénicas desde hace años se ve acrecentada con la crisis. La mayoría de teatros exige a las compañías ir a taquilla con el riesgo que conlleva. "Hay que pensárselo. Porque con los gastos de desplazamiento, seguridad social y demás, si el teatro no asegura un mínimo de aforo perdemos mucho. Hemos rechazado propuestas por eso", apunta Pérez. A este handicap se le suma otro mayor cuando quien está detrás es un ayuntamiento endeudado. "Antes lo normal eran tres o seis meses de retraso. Ahora no sabes si te pagarán ni cuando", añade el director con una frase repetida por las instituciones como un mantra, "¡como no hay cosas que pagar!".