Fernando Cámara fue uno de los toreros más importantes de la pasada década de los noventa, merced a sus numerosos triunfos en Las Ventas. Tras más de una década de alternativa, en 2004, dijo adiós a los ruedos. Nadie lo esperaba, ni él mismo, y se ha visto nuevamente vestido de luces. El empresario Víctor López Chaparrós se cruzó en su trayectoria, precisamente mientras acompañaba a un novillero de la Escuela Taurina de Málaga (de la que es su director artístico) a un certamen, y le ofreció un proyecto "realmente bueno y difícil de rechazar". En su temporada de la reaparición, busca medir sus posibilidades para volver a competir con los mejores. Hasta la presente suma cinco festejos. Hoy vuelve a La Malagueta "muy ilusionado".
-¿Con qué sensaciones te estás encontrando en tu vuelta?
-La primera tarde en Bocairente (Valencia) fue muy buena. Salió un toro que me embistió y lo cuajé. En las otras, cuando los toros me han puesto problemas, la verdad es que ha sido complicado, es difícil volver a coger el sitio. Pero poco a poco me voy encontrando más cómodo y más fácil con la espada.
-Es básico estar rodado.
-Sobre todo de estar en activo. Cuando dejas de entrenar varios años pierdes el sitio. El toreo son sensaciones muy minuciosas que las tienes que tener para ir sincronizando todo y que salga fluido.
-La Escuela te ha mantenido vivo.
-De otro modo hubiese perdido el habito totalmente. Sin la Escuela no podría haber vuelto. Yo no me lo planteaba, pero me encontraba en forma y me hicieron una propuesta que no podía rechazar.
-¿Va la cosa como pensaba?
-Todo marcha fenomenal, mejor incluso de lo que pensaba. Hablamos de un número de corridas que vamos a sobrepasar. En principio eran diez para el año próximo asumir responsabilidades mayores. Pero ya estamos en plazas de importancia, como Málaga y mañana el Puerto de Santa María.
-El objetivo es volver al circuito...
-Esta es una temporada de reencuentros para ver si puedo asumir responsabilidades mayores. Si sale bien, habrá que verlo.
-¿Cómo llegas a Málaga?
-Con mucha ilusión por volver a esta plaza donde da gusto torear. Me reencuentro con una La Malagueta de Primera, no la que yo deje. Ahora todo es más serio y esto influye.
-¿La cosa ha cambiado realmente?
-Por supuesto, el volumen del toro es distinto. Ahora es más grande y embisten menos. El público sí demanda las mismas cosas que hace cinco años, pero los toros tienen menos movilidad y hay que hacerle mejor las cosas mejor. En una plaza de Primera todos tienen que poner más de su parte, el toro, el torero, la empresa y el público.
-¿Y cómo es el público?
-Una plaza de Primera o de Segunda lo determina el público, el resto es una concesión administrativa y el de Málaga tiene su categoría muy contrastada. Para los toreros es muy agradable torear aquí.
-¿Qué te dicen los chavales?
-Están muy contentos, me ven y no es una relación fría de maestro a alumnos, llegan a ser casi compañeros, amigos, protegidos...
-¿Qué balance realiza?
-Después de tres años creo que todo ha sido muy positivo. En nuestro certamen no hemos llegado a la final como otros años, pero teníamos alumnos muy nuevos que, no obstante, han quedado en cuarto y sexto lugar. Es difícil en una ciudad tener muchos chavales buenos.
-¿Cuál es el último consejo que le da a los novilleros que salen?
-No les puedo dar más, sólo desearles mucha suerte y que Dios esté siempre de su parte.
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