firmado: mister j.

Esplendor en la hierba

  • Seth imprime un tono documentalista a 'Wimbledon Green', un libro poético y sincero en el que el autor realiza una oda a la infancia, a sus juegos y placeres sencillos

Si usted es aficionado a la obra de Seth (seudónimo de Gregory Gallant; Clinton, Ontario, 1962) ya sabrá que Wimbledon Green, la novela gráfica que acaba de ver la luz en castellano, se publicó originalmente en 2005. Es por tanto anterior a George Sprott (2009), lo que explica que esta segunda sea una especie de sublimación formal de la primera. En lo que respecta a recursos narrativos como la fragmentariedad, el tono documentalista o la multiplicidad de narradores, Wimbledon Green es el campo de pruebas de George Sprott, un lujoso cuaderno de bocetos que goza de toda la frescura y espontaneidad de la que es capaz un autor tan afectado y circunspecto como Seth. Y vean que no digo cuaderno de bocetos porque sí; el dibujante lo confiesa en El origen de Wimbledon Green, texto introductorio del volumen: "Este libro nació de una broma. En realidad nunca se planteó como un libro, sólo como un ejercicio en uno de mis cuadernos de dibujo".

La citada introducción revela una deuda -evidente, por otra parte, para cualquier aficionado- con dos maestros del discurso fragmentario en historieta, Daniel Clowes y Chris Ware, dos reconocidos formalistas como el propio Seth, aunque también se cita en el apartado de referencias a David Heatley, lo que habla de un inusitado deseo de libertad: "todo este libro está hecho de forma improvisada. Empecé sin saber gran cosa de hacia dónde iba la historia. Inventaba las páginas a medida que dibujaba. Hasta que no llegué a la mitad no vi la estructura que tenía la historia que había estado construyendo de forma inconsciente". Está claro que, tratándose de Seth, el sentido aparecería a la vuelta de la esquina -repito: es un autor circunspecto y afectado-, pero se agradece la despreocupación argumental con la que está escrita buena parte de la novela gráfica. La escritura semiautomática de Wimbledon Green permite a su autor, por momentos, una suerte de arrebato, menos frialdad y más apasionamiento que en otras ocasiones.

"Es un planteamiento" -la fragmentación, dice Seth- "con el que cuentas una historia mediante diferentes historias cortas inconexas. La acumulación es lo que proporciona la imagen general". ¿Y cuál es esa imagen general aquí? ¿La biografía del mayor coleccionista de cómics del mundo, como sugiere el subtítulo de la obra? ¿Una "broma a costa de los coleccionistas de cómics", como remarca el propio Seth? En realidad, Wimbledon Green es tan intimista y autobiográfica como suelen serlo las obras del canadiense, e incide en sus temas habituales: la nostalgia y el lenguaje o, dicho de otro modo, la melancólica contemplación de un mundo que ya no existe, que se ha perdido, y la gramática de la historieta como maquinaria que permite recrearlo. El resultado es un libro poético, sincero y cálido, una oda a la infancia, a sus juegos y placeres sencillos, a las fantasías de papel y a los artistas que las fabricaron.

Mención aparte merece la edición de Sins Entido. La editorial madrileña, que tiene otros dos libros de Seth en catálogo (La vida es buena si no te rindes, 2009, y Ventiladores Clyde, 2003) es un referente de calidad en forma y contenido, y este Wimbledon Green reproduce el exquisito objeto ideado por Seth, imitación de un cuaderno de dibujo. La magnífica traducción del veterano Lorenzo Díaz permite que el lector se abandone plácidamente a la lectura, y el libro goza de una estupenda rotulación y hasta de revisión de textos. A ver si cunde el ejemplo.

l firmadomisterj.blogspot.com

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