Cultura

Excéntrica Producciones y Joan Font reinterpretan 'Esperando a Godot'

  • Gregor Acuña y Oriol Boixader protagonizan esta versión del clásico de Beckett, que se verá en el Teatro Cánovas en noviembre · Los creadores del montaje destacan la vigencia "trágicamente actual" del texto

El tándem formado por los actores Gregor Acuña y Oriol Boixader inició su trayectoria conjunta con la voluntad de adentrarse en territorios familiares, con la mesura de quien quiere explorar únicamente las claves que domina. El espectáculo de humor sin palabras Restaurant Tú Three abrió una línea de colaboración que seguirían títulos como Triálogos clownescos, homenaje al clown con números clásicos e improvisados sobre la vida de tres payasos, y ¡Fun, fun, fun!, una obra de atmósfera navideña con una dramaturgia más elaborada gracias a la aportación de Alfonso Zurro. En su pretensión de ir "un paso más allá, de avanzar en nuestra carrera", los intérpretes se plantearon abordar "un texto clásico de payaso" y pensaron en uno de los pilares de la literatura dramática del siglo XX, Esperando a Godot, de Samuel Beckett, por considerarlo "un referente para todos los cómicos, en su defensa del teatro del absurdo".

Pero querían acercarse al material desde una óptica nueva: alejados de las lecturas culturalistas y densas que a veces se hacen de la obra, buscarían una mayor ligereza en el resultado. "Había visto el espectáculo tres veces, y las tres veces me gustó mucho, pero notaba que el texto se hacía pesado, era un texto difícil", cuenta Acuña. "Me preguntaba cómo podíamos hacer para que fuera un montaje lo más divertido posible, con ritmo, que enganchara a mi hijo que tiene nueve años. Se trataba de apartarnos un poco de la parte metafísica, filosófica...", explica el actor. Pronto encontraron a la persona que podría ayudarles en el desafío: Joan Font, de Els Comediants, con el que ya se habían cruzado anteriormente en los comienzos de su carrera. Y el director de escena aceptó el encargo de una versión que se estrenó en el Festival de Payasos de Cornellá y llegará al Teatro Cánovas el 30 de noviembre y el 1 de diciembre.

Font, que estrenó también próximamente Perséfone. Varietés mortales,la última producción de Comediants, accedió a revisar Esperando a Godot no sólo por su pasión por el autor dublinés, también por la vigencia que conserva una pieza estrechamente vinculada a un tiempo, los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, y una corriente, la del existencialismo, que no obstante sigue siendo "trágicamente actual". El veterano director recuerda que Beckett escribió la obra cuando "se le cae el mundo", y "ahora estamos igual", argumenta. No en vano, el montaje se ha trabajado desde una imagen reciente que marca el tono post-apocalíptico de la propuesta: la caída de las Torres Gemelas y esas siluetas que surgen de la impresionante polvareda del derrumbe. "Hay una nube de polvo y aparecen personajes. Primero se ve la imagen típica del broker, a un hombre con maletín y americana, pero también hay una señora con cochecito, un policía, un camarero, una puta...", enumera Font, para quien en esa sucesión de tipos se revela "la humanidad" en sus diferentes manifestaciones. En el Esperando a Godot de Excéntrica Producciones es un circo el que se ha destruido, sobre las ruinas de esa carpa se desarrolla la función. Una idea en la que no es difícil encontrar una lectura de la cruda situación en la que ha acabado la sociedad española. "Nos está pasando en la realidad. Hemos tenido circo, fiesta, con historias como la Expo y los Juegos Olímpicos, que nos vinieron muy bien para darnos a conocer en el exterior, pero eso se hunde y lo que nos queda no es más que una tremenda resaca", asegura el director. Pese a la seriedad del enfoque, Font siempre tuvo claro que quería acompañar con música el espectáculo. "Cuando el Titanic se hunde, hay una orquesta que sabe que va hacia la muerte, pero los músicos prefieren seguir tocando, prefieren seguir rodeados de belleza".

Cuando le sugirieron embarcarse en Esperando a Godot , el director se acordó de uno de sus éxitos, "un espectáculo sobre la vida de Charlie Rivel, en un momento en el que actúa, durante la Segunda Guerra Mundial, en el cumpleaños de Hitler. Era una historia real que recreó un autor contemporáneo. Es un espectáculo que gustó mucho, que iba de la risa a la tragedia", rememora. Y seducido por volver al universo de los payasos, entendió también que la manera de encarar el trabajo de Acuña, Boixader y el resto de la compañía convencería al dramaturgo irlandés. "Vi que Beckett era un amante del cine mudo, igual que mi amigo Joan Brossa, e hizo una película con Buster Keaton, y supe que no iba a traicionarlo, que estaría contento con lo que haríamos. Cuando hizo Film no buscó a un actor dramático, sino a un actor de gesto, de movimiento. Leyendo la obra me di cuenta de que era un texto concebido no para ser leído, sino para ser interpretado", manifiesta.

A Font, interesado en "transmitir la experiencia" y feliz por "trabajar junto a gente joven", le convencía también regresar a un empeño de dimensiones más modestas. "Después de hacer óperas en sitios muy grandes, hacer Esperando a Godot es como un caramelo, un caramelo envenenado en el sentido de que no es un proyecto fácil y hay poco presupuesto, pero en estas historias notas la energía, la ilusión, el riesgo", defiende el catalán. Para Acuña, la disponibilidad de Font revela "su manera de entender el teatro, cercana, con los pies en la tierra. Otros directores de su prestigio, con su historia a las espaldas, no habrían aceptado. Habrían dicho: o me pagas un dineral o no hay nada que hablar. Su calidad humana es tan grande como la artística".

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