arte

Gordillo: angustia y reparación

  • El artista recuerda en el CAC algunas de sus constantes como lo psicoanalítico, el reflejo de la realidad y la multiplicación

No deja de ser curioso cómo a lo largo del siglo XX algunos autores han hecho de la horizontalidad un espacio o categoría de liberación. En algunos círculos surrealistas, en los años veinte y treinta, lo horizontal se entendía como una reducción de lo ideal y elevado (la ética, la moral y lo celestial) que representaba lo vertical, aspiración humana que ha marcado incluso nuestra evolución como especie. Un pintor informalista como Luis Feito, años más tarde, precisaba que para escapar de los mandatos de la Razón y lo académico, pintaba en horizontal; y qué decir de la manera de pintar de Pollock, casi danzando, como las tribus americanas, sobre el lienzo en el suelo, gesto que, por otra parte, contenía algo terapéutico en el sentido junguiano.

A esta sucinta e incompleta lista cabría unírsele Luis Gordillo. Horizontalia, su imprescindible exposición en el CAC Málaga, demuestra cómo para el artista sevillano es en lo horizontal donde su obra se abre, entre otros aspectos, a un acto creativo menos grave, severo, obsesivo y puede que intenso, a la vez que más sorpresivo, orgánico, procesual, híbrido, lúdico y tal vez reparador -de nuevo Jung-, que en lo que él considera pintura vertical, también presente en su poética. Hasta cierto punto dos procedimientos dialécticos mediante los cuales, Gordillo puede conseguir un cierto equilibrio.

Hablar de horizontalidad en Gordillo, y aunque ello pudiera parecer algo marginal en un principio, es, en cambio, hablar de algunos de los aspectos más trascendentales de su obra. Lo horizontal, que le viene acompañando desde hace décadas, se percibe en distintos aspectos formales y sintácticos; grosso modo se aprecia por la yuxtaposición de los motivos centrales de sus obras, de modo que se duplican en el mismo soporte o en otros anexos (como si se tratase de reflejos), así como inician un proceso de expansión que lo llevan a multiplicarse colonizando el espacio. También en lo serial, es decir, en la sucesión de unidades que conforman las obras. Estas características son apreciables en la articulación de sus piezas y en la sintaxis de éstas, como los polípticos, en los que apreciamos lo fluyente y dinámico de sus motivos, ya sea en la reiteración de un elemento (abstracto o icónico) que cambia progresivamente con leves variaciones, creando una especie de secuenciación, como en las versiones playa y montaña de Los pulmones no son las almas (ambas de 1996).

Por otra parte, en las series en las que cada una de las piezas o motivos son originados por los anteriores y a su vez actúan como germen de las siguientes, por lo que hablaríamos de causa y efecto y también de progresiones (Serie Alambique, 1991). Resultan fundamentales en esta noción de lo horizontal sus imágenes dobles, duplicadas, disociadas, reflejos las unas de las otras, las cuales parecen enunciar una suerte de estado del espejo lacaniano -él las llama dúplex. Lo que subyace en estas conformaciones es lo uno y lo múltiple, lo que nos permitiría usar el concepto de anáclasis, es decir, la propiedad de refracción que, de modo metafórico, serviría para señalar cómo Gordillo juega con un motivo y lo expone a cambios ofreciéndonos variaciones del mismo. Prueba de ello pueden ser algunos de sus Gentlemen's, como los aquí expuestos.

Respecto a ese sentido expansivo de su pintura, ésta parece constituirse en un organismo vivo que va multiplicándose como si se tratara de la reproducción celular, como en un proceso de mitosis en el que se replican las mismas formas o simplemente, como en la metáfora hegeliana de la floración, cada imagen o motivo lleva implícita la semilla de la siguiente. Y no es difícil usar esa imagen de la reproducción celular en referencia a Gordillo, ya que muchas de sus formas parecen proceder del mundo de lo orgánico y fisiológico, incluso de lo microbiológico.

Muchas de las soluciones que provoca el trabajo en horizontal (políptico, serie, reflejo, dualidad o multiplicidad) aluden a temáticas esenciales de Gordillo que vienen a singularizarlo, como lo psicoanalítico, la autoconciencia, el reconocimiento, el reflejo de la realidad, o el doble y la multiplicación. Alguna vez he escrito que Gordillo se encuentra en un doble movimiento complementario de liberación de lo instintivo y su contrario, esto es, el ejercicio de control. El resultado alude directamente a la liberación de las pulsiones y la represión de éstas, en definitiva, las fuerzas que gobiernan y definen al ser humano.

Por ello, sus imágenes son un ejercicio de alteración del sujeto que deviene en psiquismo tortuoso y esquizoide. Tal vez un retrato psíquico del Hombre. No extraña cierta cercanía con la tradición de los rostros dobles que se dio en el surrealismo y que podemos observar en la fotografía de Raoul Ubac, quien usaba el reflejo del espejo, o los rostros desdoblados de Moreno Villa, Picasso o Manuel Ángeles Ortiz.

Y no deja de ser curioso, y en cierto modo causal, esta convergencia, ya que el surrealismo indagó en los rincones de la psique humana, propendió a la revelación de nuestras zonas más obscuras, así como reflexionó acerca de las múltiples neurosis, complejos y patologías mentales (histeria, complejo de Edipo, folie à deux, paranoia). Pero, además, lo impulsivo y la liberación de toda forma de control que perseguía, ante todo, el automatismo surrealista, se hallan en el nacimiento del Informalismo. Y a este ámbito de abstracción y gestualidad llega Gordillo en París a finales de los cincuenta. Gestualidad e impulso frenados, con posterioridad, por lo normativo, cierta psicodelia, así como la frialdad y definición icónica del universo pop.

Atentos a ese psiquismo tortuoso y a esas articulaciones que remiten a constructos psicoanalíticos, el que esto escribe tiene la tentación de situar a la pintura como origen y solución de los 'problemas', como angustia y reparación. El tanteo gordillesco del proceso pictórico viene a ser una alegoría de la zozobra del proceso creativo, cargado de ansiedades, angustias y anhelos: una singladura entre el naufragio y el salvamento. Pero Gordillo, psicoanálisis y pintura rayana en lo reparador mediante, se salva del naufragio gracias a sus ejercicios en horizontal; no naufraga y no acaba poseído de la locura del Frenhofer de La obra maestra desconocida de Honoré de Balzac, retrato de la desazón que acompaña a la creación.

Horizontalia, además de todo lo anterior, supone una nueva oportunidad para certificar la trascendencia de la figura de Gordillo, visible en la temprana hibridación de la pintura con otros medios, algunos de reproducción técnica como la fotocopiadora, el otorgamiento de valor artístico a procesos de transferencia de imágenes, y el capital empleo de la fotografía.

Luis Gordillo CAC Málaga Alemania, s/n., Málaga. Hasta el 26 de agosto.

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