Cultura

Allí donde Hithcock perdió la cordura

'Los 39 escalones'. Teatro Alameda. Fecha: 4 de diciembre de 2009. Dirección: Eduardo Bazo. Adaptación: Patrick Barlow sobre la película de Alfred Hitchcock. Reparto: Gabino Diego, Jorge de Juan, Beatriz Rico y Diego Molero. Aforo: unas 500 personas (casi lleno).

Cuando uno lee el nombre de Gabino Diego en el cartel de cualquier obra, enseguida esboza una sonrisa. El rostro desencajado que descubriera Cuerda en Amanece que no es poco ha sabido exprimir su vis cómica en personajes pensados para su caricatura. Y Los 39 escalones no es ninguna excepción. El popular actor volvió a demostrar el pasado viernes sobre las tablas del Alameda que lo suyo es el clown, la sabia administración de su esperpéntica fisonomía y una gestualidad que convence. Y si, además, sus dotes se dejan acompañar de actorazos como Diego Molero, las virtudes se duplican. Su rostro no es tan fácilmente reconocible como el de su alter ego, pero bastan tan sólo unos minutos de representación para reconocer a todo un profesional del teatro más visceral, ese que concentra su poder de seducción en el verbo y cuerpo de los actores.

Curtido en compañías como Yllana e Imprebis, Molero volvió a demostrar aquí que no hace falta una grandilocuente puesta en escena ni una concienzuda dramaturgia para atraer el aplauso del respetable. En esta parodia del clásico de Hitchcock, tres de los cuatro actores se ven en la tesitura de encarnar a personajes muy dispares en cuestión de minutos, y no todos con igual fortuna. Beatriz Rico desafina en su papel de una - excesivamente histriónica- espía femme fatale, Gabino Diego se repite en su consabido registro, y Diego Molero los borda todos. El es el gran Oliver Hardy de esta retahíla de disparates, bien hilvanados.

Las casi dos horas de espectáculo se salvan gracias a escenas como la persecución en el tren, a la explicación de parte de la trama con juegos de sombras, y a dúos como el de Molero y Gabino en la piel de dos entrañables abuelitos escoceses. Y entre golpes de efecto se cuela el tributo a Psicosis, El hombre que sabía demasiado y Los pájaros. Si el maestro estuviese entre el aforo, les hubiese devuelto otra sonrisa.

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