Arte

Las obras de Manuel Mingorance regresan al Archivo Municipal

  • La sala de exposiciones del centro adopta el nombre del artista con una muestra que reúne 35 creaciones hasta ahora inéditas

Una de las obras de Mingorance recuperadas para la nueva exhibición

Una de las obras de Mingorance recuperadas para la nueva exhibición / M. H.

La donación efectuada por Manuel Mingorance Acién (Málaga, 1920 - Madrid, 2014) a la ciudad de Málaga vuelve a estar de actualidad, primero por la selección de obras que ahora se exponen y no han sido vistas con anterioridad y, por otra, por la denominación de las salas del Archivo Municipal con su nombre: Salas Mingorance. Así lo han confirmado hoy la concejal de Cultura, Gemma del Corral, y la comisaria Lourdes Jimenez, quienes han presentado la exposición Mujeres frente al mar. Obras de Manuel Mingorance Acién. La muestra de este pintor alejado de los ismos puede visitarse en el Archivo Municipal (Alamenda Principal) hasta el 31 de mayo de lunes a viernes de 10:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00 y los sábados, domingos y festivos de 10:00 a 13;00.

La exposición está compuesta por 35 obras dispuestas en dos salas que comprenden óleos, dibujos sobre papel y lienzo. Asimismo, la comisaria ha explicado que las obras suponen "el tributo y homenaje del pintor a ese Mediterráneo que nunca le abandonó, que llevó impregnado en sus retinas junto a esa luz tan particular de Málaga que lo acompañó durante toda su vida a pesar de vivir en Madrid".

Lourdes Jiménez recoge en el texto escrito para esta exposición las palabras del propio Migorance: "¡Yo he sido un malagueño en Madrid! Todo el mar Mediterráneo, la luz, las playas, las mujeres, todo eso lo he pintado en Madrid, porque siempre he pintado de memoria", además de que, según la comisaria de la muestra, "él mismo hablaba de cómo su propia pintura, era inclasificable, alejada de las corrientes vanguardistas y de todo lo que se hacía en su época".

Las composiciones de estas figuras femeninas a la orilla del mar "están cargadas de una sensualidad sutil, de una carnalidad sin estridencias, cuerpos trabajados brillantemente bajo el pincel del maestro, con un dibujo imperceptivo, trazados a base de largas pinceladas, vibrantes al matizarse con el brillo del agua, con la mezcla infinita de colores y el empleo de luces y sombras que en algunos casos convierten casi en escultóricas a estas figuras, como en su Geómetra, 1979 o la inquietante Véneta, 1974". El pintor actualiza la tradición, evoca una lejana Arcadia en la que conviven los mitos y las personas, "por la que podemos transitar nosotros como espectadores alejándonos por unos instantes de este mundo convulso en el que vivimos", ha explicado Jiménez.

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