Cultura

Letras de un hombre sin estrella

  • La editorial Veintisieteletras recupera del olvido y la mala fama a Alejandro Sawa con 'Crónicas de la bohemia', exhaustivo volumen que recupera sus numerosos escritos periodísticos

Oculto tras la leyenda de la bohemia se esconde un escritor por descubrir, un hombre que hizo algo más que beberse su vida en las esquinas oscuras del Madrid canalla de entresiglos. Alejandro Sawa (1862-1909) no es sólo aquel tipo curioso que inspiró a Ramón María del Valle-Inclán el Max Estrella de Luces de Bohemia. Ahora, la editorial Veintisieteletras recupera sus escritos periodísticos, quizá lo menos conocido de su producción literaria, con el volumen Crónicas de la bohemia, y que cuenta con un estudio de Iris M. Zavala y una introducción de Emilio Chavarría, encargado de la edición.

Alejandro Sawa nació en Sevilla pero se trasladó de niño a Málaga, ciudad en la que, además de ingresar en el Seminario para salir de él convertido en un furibundo anticlerical, dio sus primeros pasos literarios. Fundador de revistas como El Siglo XIX y Ecos de la Juventud, y colaborador de La Joven Málaga, Museo y El Avisador Malagueño, Sawa fue una figura relevante en la sociedad local. Antes de marcharse, publicó aquí su primer libro, una obra de juventud de la que luego no quiso acordarse, El Pontificado y Pío XII (1878).

En la Biblioteca-Archivo Díaz Escovar del Museo de Artes Populares de Málaga duermen muchos de aquellos artículos que publicó siendo casi un niño, todos ellos recogidos por Emilio Chavarría en Crónicas de la bohemia. El primero de ellos, publicado en Ecos de la Juventud el 4 de marzo de 1877, tiene un título premonitorio: El infortunio.

Aunque obras como Crónicas de la bohemia surgen para reivindicar al autor de Iluminaciones en la sombra -libro publicado de modo póstumo en 1910; "Yo no puedo hacer nada, usted tampoco, pero si nos juntamos unos cuantos algo podríamos hacer. Alejandro deja un libro inédito", le escribió Valle Inclán a Ruben Darío, quizá dos de los mejores amigos del bohemio-, toda mención a Sawa tiene que partir de lo excesivo de sus paseos por el lado salvaje de la vida, quizá inspiradores para Pedro Luis de Gálvez (1882-1940), el otro gran loco de las letras malagueñas. "Mis primeros tiempos de vida madrileña fueron estupendos de vulgaridad -¿por qué no decirlo?- y de grandeza. Un día de invierno que Pi y Margall me ungió con su diestra reverenda, concediéndome jerarquía intelectual, me quedé a dormir en el hueco de una escalera por no encontrar sitio menos agresivo en que cobijarme. Sé muchas cosas del país Miseria; pero creo que no habría de sentirme completamente extranjero viajando por las inmensidades estrelladas", escribió Sawa, quien tras su llegada a Madrid en 1885 ya inició su descenso a otros mundos.

Un periodo en París -tuvo que huir por delito de imprenta- le regaló la amistad de Alphonse Daudet y le introdujo en el mundo literario francés. Su regreso a Madrid le vio convertido en un periodista irrefrenable: El Motín, El Globo, La Correspondencia de España, ABC, Madrid Cómico, España, Alma Española y muchas otras publicaciones recogieron sus palabras. Las 672 páginas de Crónicas de la bohemia dan fe de su febril actividad.

El escritor murió el día 3 de marzo de 1909 loco y ciego, en su humilde casa de la calle del Conde Duque de Madrid. "Jamás hombre más nacido/ para el placer, fue al dolor/ más derecho". Así comenzó su epitafio Manuel Machado.

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