Cultura

'Litoral' se sumerge en el vino

  • El nuevo monográfico de la revista está dedicado al mundo de los caldos como fuente de inspiración de poetas, pintores y arquitectos

Junto a una copa de vino las musas reposan su vuelo o se alejan en busca de mejores compañías. Para bien o para mal, desde el Poema de Gilgamesh (la narración más antigua de la historia) a Neruda pasando por Quevedo, Góngora y Shakespeare por sus letras han transpirado los caldos y toda la liturgia que les rodea. A su rescate acude ahora la revista malagueña de poesía, arte y pensamiento Litoral que dedica su próximo monográfico al vino. En apenas una semana la publicación estarán en imprenta lista para su edición y su salida al mercado con 3.700 ejemplares.

Hace dos años Poesía a la carta ya dio buena cuenta del influjo de la gastronomía en el pensamiento literario y artístico. A su término, Lorenzo Saval (director de la revista) y su equipo recogieron los flecos sueltos para dar forma a un número entero dedicado a la enología como inspiración y eje temático de pintores, poetas y arquitectos.

"Hay mucha poesía del vino ñoña" advierte Saval desde su estudio-buhardilla en su finca de Benalmádena. Rodeado de libros, arte, luz natural y, sobre todo, calma Saval exhibe en el ordenador su próximo parto editorial. Entre toda la documentación rastreada el editor ha rescatado del naufragio aquellos poemas y cuadros con una alegoría más acertada.

Serafín Quero, literato y experto enólogo introduce el monográfico con La uva primera, una disertación en torno al origen del vino, las vendimias egipcias, "y la primera borrachera, la de Noé", recuerda Saval. Tan sólo es el punto de partida de toda una compilación de firmas que han recurrido a la vid como metáfora de sentimientos mayores.

En torno al dios Baco, Horacio, Tiziano, Da Vinci, Caravaggio y Rubens afilaron su talento para crear obras maestras. Precisamente, la Canción a Baco de Lorca cierra este capítulo para dar paso a Vino y religión, la pleitesía que rindieron al líquido ensoñador católicos, judíos e islámicos. Si muero enterradme con vino para que sus raíces puedan calmar la sed de mis huesos inquiría el poeta Abu Mihjan Al-Thgafi

Saval sigue pasando páginas a meses de trabajo para detenerse en ejemplos que recompensan el tiempo invertido. La oda al vino de Miguel Hernández, la entrega a las escenas de vendimias de Goya y Cezanne, las virtudes de la copa como recipiente de otros mundos en manos de Rubén Darío, Salvador Rueda, Dalí y hasta el mismísimo Picasso. Todos encontraron instantes de plenitud creativa alrededor de la uva fermentada.

Litoral reserva otro capítulo al vino adulterado en el Barroco y las pugnas dialécticas entre Quevedo y Góngora. En La penúltima copa de Khayab a Neruda Saval despliega otra antología de nombres ilustres desde el siglo X hasta nuestros días con Lord Byron, Baudelaire, Rilke y Pessoa al timón.

Gómez de La Serna apunta directamente al apartado Etiquetas con arte que incluye ilustraciones de botellas realizadas por Ben Vautier y Otmar Alt, entre otros. Y la arquitectura cobra protagonismo con imágenes de bodegas y viñedos que inspiraron los diseños de Calatrava, Saudí, Bofill y Foster.

Entre sensualidades, sorbos y otras debilidades, Litoral brinda por una nueva travesía que llega a buen puerto. Y de nuevo, Lorca en la tripulación: Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo.

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