Cultura

Madonna arranca en Cardiff su gira mundial

  • La cantante estadounidense actuará en Sevilla el próximo 16 de septiembre, una de sus dos únicas paradas españolas

Provocadora, dura, intimista, juguetona y muy sexy, a sus 50 primaveras, una Madonna con mil caras y en plenas facultades se mostró en Cardiff más joven que nunca para dejar boquiabiertos a los miles de incondicionales que se rindieron al arranque sobresaliente del Sticky & Sweet Tour, la gira mundial de la indiscutible soberana del pop.

Madonna aún no ha encontrado sustituta y así lo dejó claro la estrella estadounidense. La diva ya no recurre a la pornografía; no finge que se masturba en el escenario ni provoca al clero. La cantante exhibe ahora su yo más atlético: salta a la comba, se retuerce con movimientos imposibles o se convierte en toda una boxeadora.

Con contoneos vertiginosos al ritmo de techno-pop, del piano, del violín o de lo que se tercie y con un sinfín de modelitos que se ciñen al dedo al palmito de la artista, la escenografía y la coreografía de la cantante quitaron el hipo en el Millenium Stadium. A lo grande. Al más puro estilo Madonna.

Con un físico envidiable, que ha logrado a base de interminables sesiones de gimnasia y yoga, el huracán Madonna se dejó la piel durante las dos horas electrizantes de concierto en el Estadio del Milenio.

Llegó más de media hora tarde, pero su público se lo perdona todo. La gira arrancó con el tema Candy shop, del último álbum, Hard candy, que contó con un preámbulo audiovisual muy al gusto de su majestad: varias pantallas superpuestas en forma de cubo, juegos digitales plagados de golosinas eléctricas; y una Madonna que se calzó unas imponentes botas negras para lucir músculo ataviada con clara estética dominatrix. Aquí, su cara juguetona y dura.

Siempre acompañada por una escolta de bailarines acrobáticos, le tocó el turno a Beat goes on, con la presencia virtual en las pantallas de fondo de Pharrell William y para seguir abriendo boca, no faltó tampoco la Madonna más decadente: la que se paseaba montada en un lustroso descapotable blanco, coreada por el rapero Kayne West (que la acompañó virtualmente).

Con Human nature, Madonna proyectó el vídeo musical grabado con su amiga Britney Spears, quien pierde los nervios encerrada en un ascensor, ataviada con una sudadera negra. Hasta entonces, la artista caldeaba el ambiente.

Con un público variopinto en el que abundaban los sombreros de vaquero rosa, grupos de treintañeras y su legión de incondicionales gay, desató el frenesí con un guiño a los 90 con Vogue precedido del "tic tac" que salpica a 4 Minutes.

Un remix de Die another die, con imágenes de una Madonna atleta, boxeadora, dieron paso entonces a la segunda parte del espectáculo. Con Old school, el nombre de este acto, no dejó de sorprender. Puso a saltar a la comba a sus bailarines y se contoneó a ritmo del clásico Into the groove. Eso sí, con nuevo cambio de imagen y enmarcada en cartoons en movimiento. En este momento, la Ciccone se dirigió a su público: "¿Tenéis algo que decir? Necesito vuestro apoyo. ¿Estáis listos?".

Y así durante dos horas, hasta que Game over marcó el final.

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