Cultura

Malikian habla Música

  • La combinación entre un acertado programa y la esperada actuación del violinista se tradujo en un excelente concierto

Anoche se produjo la vuelta a los tan esperados conciertos de abono. Confiemos que en un futuro próximo la disponibilidad escénica no condicione la oferta musical y nos encontremos con el famoso parón musical.

El concierto tuvo varios aspectos que hizo que se valorase más positivamente. Por un lado, un programa distribuido de forma contraria a lo acostumbrado (comienzo con sinfonía) y una selección de repertorio que da a conocer piezas importantes y casi desconocidas de dos grandes autores españoles.

Comenzó por tanto la velada con la Sinfonía nº1 en si bemol mayor, op. 38 Primavera de Schumann a modo reencuentro entre la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) y el público malagueño. La verdad, que el abrazo entre ambos hubiese sido perfecto y amoroso de no ser por un cuarto tiempo algo deslucido. Si bien el empaste demostrado en los tres primeros tiempos en conjunción con una buena afinación de los metales y un decisivo papel en los violines primeros dejaron algo más que buenas intenciones, el viraje a la contra del mencionado tiempo dejó nuestro abrazo en mutua fraternidad.

El triunfo completo fue para la segunda parte. La aparición del virtuoso libanés, empuñando su violín con la mayor naturalidad posible, presagió la gran interpretación que nos ofreció. Un rotundo in crescendo en donde demostró sus grandes dotes de técnica y musicalidad en general. Y es que la capacidad transmisora de Malikian va más allá de las simples indicaciones de la partitura, máxime cuando glosó su discurso de memoria y con los ojos cerrados. Su visión del Tango dejó huella por su gran control del tempo añadido a un perfecto engranaje de limpieza de armónicos, facilidad de ejecución de pizzicati de mano izquierda, pasmosa velocidad de dedos y su elegante movimiento de arco.

Bravo igualmente por el maestro Temes. Su apuesta por finalizar el concierto con Tiento del primer tono y batalla imperial de Cristóbal Halffter causó buena sensación y dejó clara su gran habilidad en la dirección. Su gesto, equilibrado unas veces, claro y rotundo de mano derecha en otras, enfatizó el buen anclaje entre los efectivos de la orquesta, e hizo cosechar numerosos aplausos.

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