josé calvo poyato. escritor

"Mariana Pineda no bordó ninguna bandera"

  • El autor cordobés desmonta los tópicos en torno a la figura de la heroína granadina en su nueva novela

Mariana de Pineda no es la zurcidora liberal que ha presentado la tradición. Pertenecía a la nobleza y es probable que no supiera ni coser un botón, por lo que jamás bordó ninguna bandera, aunque sí mandó hacerla a unas costureras del Albaicín. Es uno de los tópicos que desmonta José Calvo Poyato en la novela Mariana, los hilos de la libertad (Plaza&Janés), que acaba de publicar.

-¿Se va a llevar muchas sorpresas el granadino que conoce la figura de Mariana de Pineda a través de la oficialidad?

-He tratado de reflejar una Mariana que no sólo es una mujer comprometida políticamente con el liberalismo de su tiempo, sino que además fue una mujer rompedora en otros muchos aspectos. Mariana de Pineda fue una mujer que no se acomodó a los esquemas de su tiempo para una persona que pertenecía a la pequeña nobleza y se esperaba de ella un determinado comportamiento que no tuvo en ningún momento. El mismo hecho de participar en política, en un tiempo en el que era un territorio exclusivo de los hombres, ya nos indica que no era una mujer al uso. Pero seguía sin ser una mujer al uso en otras facetas de su vida. Mariana tiene una hija siendo viuda, sobre cuya paternidad se ha especulado mucho y yo apunto algo en la novela.

-Con su anterior novela sobre el general Prim sí hizo una labor de investigación. ¿Con Mariana ha tenido también que bucear en la Historia o con la bibliografía que hay poco más se puede aportar desde el punto de vista histórico?

-Dos de los grandes nombres que se imbrican directamente en su vida los tenía muy estudiados. Uno de ellos era José de la Peña Aguayo, de quien se ha dicho que era el padre de la hija de Mariana y fue quien escribió la primera biografía en 1836, una fuente documental magnífica. De hecho, termina adoptando y dando sus apellidos a la hija de Mariana de Pineda, años más tarde de su muerte, lo que ha dado pie a decir que era su padre, aunque hay otra historia circulando. Hay otro personaje muy importante, el capitán Fernando Álvarez de Sotomayor, que forma parte de su vida. Todo eso me ha permitido acercarme de manera muy directa a la figura de Mariana. Lo que me sorprendió fue que nunca se hubiera escrito una novela sobre Mariana Pineda. Se han escrito obras de teatro como la de Lorca o la de Martín Recuerda, ensayos como el de Antonina Rodrigo, poesías, todos los folletos que quiera de los liberales del siglo XIX... Incluso aparece como personaje secundario en alguna novela, pero nunca como personaje principal.

-¿Cómo era Granada en época de Mariana? ¿El perfil humano ha cambiado mucho?

-En lo humano creo que no mucho, en lo urbano era muy diferente a la ciudad que conocemos hoy, con puertas, lienzos de muralla o edificios de abolengo musulmán que han desaparecido por completo pero que configuraban una parte importante del perfil físico de la ciudad. Por cierto, esto no era del gusto de muchos granadinos, este perfil musulmán no gustaba. El hecho de que el Darro corriera por el centro de la ciudad sin estar embovedado marcaba su perfil. Había una Granada muy conservadora que critica mucho a esa Mariana que no se adapta a las normas de esa sociedad, pero por otro lado había una Granada muy liberal. Yo he tratado de reflejar en la novela estas dos Granadas, que percibo que tienen cierta vigencia en la ciudad de 2013. Granada tiene un libro muy interesante, una guía de la Granada desaparecida para conocer los monumentos que no se pueden visitar, lo que me ha permitido documentarme sobre determinados edificios.

-Mariana Pineda, a diferencia de la mayoría de personajes con tintes políticos, genera un cierto consenso general y nadie la cuestiona como una luchadora por las libertades. Políticamente, Lorca o Isabel la Católica sí siguen generando un encendido debate. ¿Por qué Mariana está al margen?

-Hay una razón fundamental, Mariana es ensalzada continuamente cuando los liberales y los progresistas están en el poder, pero cuando nos encontramos con el dominio de la clases conservadores su figura pasa más desapercibida. No quiero decir que se la maltrate, pero pasa más en silencio. Uno puede estar de acuerdo o no con las ideas de Mariana de Pineda, pero no hay duda de que muere por esas ideas.

-¿Qué elementos de intriga han salido de su imaginación?

-En la novela aparece un personaje que bautizan los granadinos como el Verdugo de la Inquisición, porque van apareciendo una serie de cadáveres de personas asesinadas. No es casual que yo, como autor, le haya puesto este nombre. Hay una cuestión histórica que me parece muy importante, ¿qué papel tiene la Inquisición en el reinado de Fernando VII? Los liberales de Cádiz derogan el Tribunal del Santo Oficio en 1812, pero cuando Fernando VII regresa vuelve a instaurarlo. Cuando los liberales toman el poder en 1820 vuelven a suprimirlo, pero cuando Fernando VII vuelve a partir de 1823 no lo reinstaura. El sector mas conservador quiere que vuelva la Inquisición, el sector que se agrupa en torno a la figura del infante Don Carlos.

-¿Más conservadores que Fernando VII?

-En la fase final de su reinado, Fernando VII se ha casado con María Cristina y tiene una hija, pero hay un sector que defiende que las mujeres no pueden reinar. Fernando VII está tendiendo puentes con los sectores más moderados del liberalismo. Entonces, los crímenes del Verdugo de la Inquisición ponen de manifiesto el choque entre los absolutistas que quieren restaurar la Inquisición y los que no, y este contexto es lo que da una trama negra, casi policíaca, a esa Granada de 1830..

-¿Qué tópicos sobre su figura ha tenido que desmontar?

-Trato de que se esclarezcan cosas que han dado lugar a leyendas falsas. Mariana no bordó ninguna bandera, ella mandó bordar una bandera a unas costureras del Albaicín. Lo que descubre Ramón Pedrosa, el subdelegado de Policía, son los elementos de una bandera que se estaba confeccionando en el Albaicín.

-¿Presentarla como una bordadora era una manera de rebajarla en el escalafón social de la época?

-Lo mismo que decirle Mariana Pineda, ella era noble y era Mariana de Pineda. En esa idea de convertirla en una heroína popular había que quitarle el 'de' para quitarle el toque aristocrático. Pertenecía a una familia de cierta proyección.

-¿La Mariana lorquiana acabó por devorar al personaje real?

-Hay otra leyenda que se forja a través de Lorca, que Pedrosa tiene una gran animadversión hacia Mariana porque se enamora de ella y Mariana lo rechaza. Eso es un recurso literario que Lorca explota muy bien en su obra. Lo cierto es que Pedrosa quiera medrar y quiere ofrecer resultados en su gestión. Pero parece ser que era una mujer guapa, era una mujer joven, no ha cumplido los 27 años cuando muere, está en el esplendor de la vida. Es muy religiosa, aunque sea liberal en el sentido vital mantiene un confesor fijo, es muy devota de la Virgen de las Angustias... Hay una Mariana que se confiesa y va con un crucifijo hasta el último momento.

-En la solapa del libro hay un mapa de la ciudad del siglo XIX en el que se muestra el recorrido de Mariana hacia el cadalso. ¿Por qué?

-La biografía de Peña Aguayo dice que había muy poca gente, que no fue una ejecución multitudinaria y mucha gente cerraba las ventanas a su paso. Ella, como era noble, iba montada en un mulo, los de clase social más baja iban en borrico. Iba escoltada porque se temían un intento de salvarla.

-Pero la ejecución fue por garrote vil, igual que un ratero de poca monta...

-Pero si era noble se decoraba el cadalso con una tela negra.

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