Artes escénicas Balance de 2007

Musicales, vanguardia y muertes inesperadas

  • La consolidación de las líneas de los distintos espacios y la desaparición de la Sala Gades son las notas destacables de un año de sabor gris

Siempre resulta complicado realizar balances de años teatrales por aquello de que las artes escénicas, como todo en la vida, se mueven por temporadas. De hecho, la primera nota a destacar sería que en el verano de 2007 la oferta en Málaga ha sido absolutamente nula, por lo que han vuelto a ser los festivales de la provincia (Mijas, Benalmádena y Rincón de La Victoria, entre otros) los que han acaparado el poco teatro estival del terruño. Por lo demás, cabe subrayar un triste episodio que ha empañado de gris el panorama escénico malagueño: la desaparición de la Sala Gades, pequeño enclave insertado en el Conservatorio de Danza que pasó a mejor vida mediante explicaciones inverosímiles (que si un claustro del centro que decidió el cese por unanimidad, que si la organización de una temporada de danza alternativa como compensación en la misma sala y en el Teatro Cánovas que jamás tuvo lugar) y que había acogido en sus programas, bajo la dirección de Miguel Gallego, montajes imprescindibles; baste recordar Sobre Horacios y Curiacios de La Abadía y El invierno bajo la mesa del Centro Dramático Nacional. Mientras llega el Echegaray, la pérdida de este espacio escénico todavía duele, más aún cuando una temporada entera tuvo que tirarse por la borda excepto el teatro infantil, que halló amparo en el Albéniz Multicines para su éxito.

El resto de cuanto puede contarse no hace sino confirmar las líneas sostenidas por los teatros que no han cerrado. El Cervantes reunió entre enero y febrero en su Festival de Málaga propuestas interesantes conectadas con la vanguardia europea, especialmente el Enrique V del italiano Pippo Delbono (en un montaje en el que participaron alumnos de la Escuela de Arte Dramático de Málaga) y el sobrecogedor Fausto de la compañía polaca Nowy Teatr. En cuanto a la temporada habitual, han destacado, por una parte obras de repertorio y gran tirón como Gorda, Closer (con Belén Rueda) y La duda (con Nati Mistral), junto a algunas excepciones como Plataforma; y por otra, el enorme filón que han supuesto los musicales, verdaderos fenómenos devoradores de públicos. Quedan los llenos apasionados de Fama y Cabaret para atestiguarlo.

Desde su atalaya en El Ejido, el Teatro Cánovas ha escrito algunas de las páginas más hermosas este año, con episodios históricos como la representación de En casa, en Kabul de Mario Gas el pasado mayo y el estreno de El imperio del olvido de El Mentidero en octubre, así como la presentación de la libérrima El fervor de la perseverancia de Carles Santos. En su aspecto comercial, el Teatro Alameda ha defendido su posición privada con su habitual oferta comercial y algunos aciertos como El Quijote de El Brujo. Diputación añadió su nuevo ciclo de lecturas dramatizadas, pero, aún así, nihil novum sub sole.

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