Cultura

Nuevos aires españoles

  • El concierto de anoche ofreció una excelente combinación, exitosa gracias a la bella interpretación de Leticia Moreno y al estreno absoluto de una nueva obra de Vadillo

Siempre es una fortuna poder contar con novedades en la escena malagueña. En este caso me refiero a la posibilidad de escuchar una obra de estreno y el contar con la participación de una joven solista española. Y es que, sin desmerecer a todos los buenos solistas que de momento se han subido a las tablas del Cervantes, parece que se convierte en misión imposible ver de vez en cuando a algún compatriota; no digamos a algún malagueño o malagueña.

Recordemos que gracias a la iniciativa de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM), ayer contamos con la obra de encargo Morphosis de Eneko Vadillo. En definitiva, una exitosa e interesante propuesta planteada como un juego de elementos cercanos a una globalidad cambiante y que se acerca con sensibilidad a todo nuestro contexto social de la actualidad. Una invitación a la reflexión de lo que acontece a nuestro alrededor y que en demasiadas ocasiones no queremos prestar atención con detenimiento.

Le siguió la Tercera de las seis sinfonías del compositor. Una obra con "espíritu de suite" como comentó en su día Marc Vignal y que se presentó de forma óptima en su conjunto salvando un primer tiempo algo difuso donde imperaron los titubeos de afinación de los metales en relación a la cuerda. Sin embargo, las intervenciones de las maderas en el segundo y el tercero -muy acertada la ejecución de la trompa solista-, proporcionaron el contrapunto de calidad esperado.

La segunda parte se presentó con el conocido Concierto para violín y orquesta en re mayor, op. 35 que en su día realizó el compositor con la ayuda de Kotek, su alumno violinista de composición. Sin duda fue una oportunidad de presenciar las grandes dotes que la joven madrileña Leticia Moreno ya comienza a lucir en los escenarios.

Lo cierto es que ante una partitura plagada de adversidades técnicas, llegar a dominarla es todo un objetivo primordial para los virtuosos del violín; y nuestra solista se aproximó a ello con bastante dignidad. Su vibrante técnica muy depurada en combinación con una increíble destreza de dedos, combinó a la perfección con toda su exhibición de poderío escénico. Si bien, debe matizar sus ataques sobre la cuarta cuerda para no conseguir un sonido áspero, su impecable afinación y el desarrollo de los numerosos staccati dejaron atónitos a los presentes.

Finalizó la velada con numerosas ovaciones premiadas con un bis de Bach por parte de la solista.

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