Cultura

Padillla, actitud heroica y nueva dimensión torera

  • A punto de perder la vida en 2011 y sin la visión en un ojo, ha cuajado una campaña soberbia

Cuando Juan José Padilla anunció en el hotel Colón de Sevilla su reaparición tras la gravísima cornada sufrida en la Feria del Pilar de Zaragoza, en octubre de 2011, todo parecía indicar que sería un retorno casi inalcanzable o, como mucho, la corrida de su reaparición. Pero la extraordinaria capacidad mental y su entrega para superar las terribles secuelas del percance hicieron que esa ambición del torero sirviera para no sólo recuperar al hombre, sino también para ofrecer una nueva dimensión como torero, tras entrar en carteles con figuras -lejos de las corridas duras-.

Los triunfos de Padilla se sucedieron desde Olivenza a Jaén y volvió a la plaza de la Misericordia de Zaragoza, al cumplirse un año del terrible percance, para superar y desterrar cualquier fantasma de la dramática cogida, si es que para entonces, al heroico Padilla le quedaban dudas de su capacidad.

A la par que le iban operando de distintas secuelas, Padilla triunfaba en los ruedos. La siempre fría, pero delatadora, estadística le sitúa en segundo lugar del escalafón, con 71 corridas, a tan sólo tres de El Fandi, el líder en este sentido, pero superando al granadino en número de trofeos, al cortar 131 orejas.

En ferias de gran calado, como la abrileña de Sevilla, el diestro no desentonó, pese a que todavía estaba lejos de su mejor preparación física. En Pamplona, donde el torero ya era un ídolo antes del percance, por enfrentarse habitualmente a los hierros más duros -Miura, Victorino, Cebada Gago, etcétera- vivió uno de los momentos más emotivos de su carrera, cuando parte del mocerío, con un parche en el ojo, coreó su nombre y sus faenas con oles y ondeó banderas piratas para quien había sobrevivido al embate de un mar cruel con su persona. El torero, con uno de esos estandartes que le habían arrojado en la mano, agradeció la entrega del público. Y, al igual que en el resto de plazas que pisó, lejos de buscar las ovaciones fáciles o de dar pena, se mostró sólido y con mayor temple en todos los tercios, incluido el de banderillas.

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