letras

Pepe Guerrero: "Teníamos muchos libros prohibidos"

  • El librero de Proteo y Prometeo, ya jubilado, sacó su primera publicación en junio

  • El autor narra sus experiencias en este volumen

Las historias que ha vivido la librería Proteo y Prometeo son casi tantas como las que hay escondidas entre páginas de papel. El local, fundado en 1969, ha sido cuidado por Pepe Guerrero que, a sus 63 años y jubilado desde hace dos, ha publicado el libro El aprendiz de librero: Recuerdos, sueños y pensamientos. En este ejemplar relata anécdotas que ha vivido en la librería y sus mayores gustos en el mundo de la literatura. Guerrero se dispuso a escribir este volumen cuando se jubiló. Tardó un año en redactarlo y otro en editarlo por una serie de percances. El autor afirma que no tenía en mente publicar ninguna memoria. "Varios amigos me animaron a escribir este libro. Me dijeron: 'Pepe, sabes que parte de la historia que Málaga ha vivido en esta librería no se puede contar con la mano'", cuenta el librero.

Proteo y Prometeo puede presumir, no solo de libro sobre su historia, sino de ser pionera en bastantes aspectos con respecto a otras librerías de Málaga. Su inauguración supuso un paso más a la modernización en una España aún franquista. "En Málaga fuimos los primeros en dejar a la gente pasar donde quisiera y hojear los libros. Además teníamos los llamados libros prohibidos". Antes de los 70, no existían librerías como tal, sino papelerías que vendían libros expuestos en un mostrador. Proteo abrió como una tienda exclusivamente de libros disponiendo de un espacio en el que la gente podía mirarlos libremente, algo que supuso un impacto para la sociedad malagueña de la época. "Al principio la gente nos asustaba. Nos decía que si dejábamos entrar a cualquiera, íbamos a tener muchos robos", afirma Pepe. "Sin embargo, disfrutamos de una librería con muchos clientes a los que les encantaba leer y comprar libros", agrega.

Los años 70 fueron ese punto de inflexión entre un régimen censor y una democracia desubicada. La librería Proteo disponía de un cuartillo llamado El infierno donde guardaban los libros prohibidos por la dictadura. En él se escondían aquellos autores y editoriales españoles que creaban sus obras en el exilio, como Ruedo Ibérico, que exportaba sus libros desde Francia para que fueran vendidos en España de manera clandestina. "Teníamos muchos libros perseguidos, como La Santa Mafia que criticaba al Opus Dei" recuerda Pepe. "La gente venía de manera discreta a preguntar". Marx, Engels e incluso Lenin estaban en ese cuartillo con el riesgo de que la policía los descubriera. "Nos requisaron dos veces. Me acuerdo de una vez que fue porque pusimos en el escaparate un libro sobre sexualidad" manifiesta Pepe.

El oficio de librero requiere unos conocimientos bastante complejos, algo que le lleva años a alguien a pesar de leer decenas de libros en poco tiempo. "La literatura es tan amplia que es imposible de abarcar" dice Guerrero. El aprendiz de librero, tiene una enorme responsabilidad al recomendar libros a los clientes. Distintos géneros y autores esperan en Proteo para ser sugeridos por una personalidad tan influyente como lo es Pepe. "Yo no impongo un canon, eso lo hace la persona. Podemos coincidir, pero los libros que están en tu pedestal están ahí por ti" afirma Pepe. Lo mejor que se lleva Guerrero de la librería donde pasó tantos años es que, gracias a sus consejos, ha hecho grandes amigos. "Da mucha satisfacción que la gente te felicite por tu trabajo y hacerte amigo suyos" dice Pepe. "A veces me convierto en un coautor" agrega. El librero es una especie de intermediario entre el autor y el lector. "Yo soy el conejillo de indias, leo mucho, voy descartando y recomiendo" , afirma.

El ex comerciante también ha trabado amistad con grandes autores andaluces como Pablo Aranda o Justo Navarro. La librería siempre se ha encargado de fomentar la cultura. "En los ochenta tuvimos un colectivo de artistas y en la tercera planta pusimos una colección de discos ", afirma Pepe. Los momentos de este librero se pueden dividir en etapas por los diferentes trabajos que ha desempeñado y cómo ha acabado siendo esa gran influencia cultural en la ciudad de Málaga. Cuando comenzó a trabajar, empezó como repartidor siendo un adolescente. "Tenía que ir a Correos a enviar y recoger paquetes, y repartir libros. Primero se hacía andando y después la librería compró una bicicleta" dice Pepe. "En el manillar colgaba paquetes y era peligroso porque te podías caer", asegura.

Pepe ha pasado por etapas y ha visto cuáles eran las últimas tendencias. Durante los años 70, la política era el tema predominante entre aquellos ciudadanos que vivieron la Transición. "Lo que más se vendían eran los libros sobre política. Íbamos a la feria del libro con una caseta exclusivamente con libros de ese tipo". Sin embargo, ahora es la antípoda. La literatura y los libros de auto ayuda son los más demandados. "La auto ayuda tiene hasta best sellers, así que es lo que ponemos en la feria del libro", comenta.

A Pepe le encanta el género de ficción literaria pero su pasión por los libros no solo residen en las historias que hay entre dos tapas y en centenares de hojas. Los exlibris, o miniaturas de libros, son su debilidad. Como bibliófilo tiene una colección que le ha costado mantener. "Para ser bibliófilo hay que tener dinero y coleccionar exlibris no es nada barato", asegura Pepe. Su libro, El aprendiz de librero, contiene imágenes de estas estampas y el autor está pensando en hacer otro libro dedicado a este tipo de ejemplares. "Estoy pensando en plasmar los exlibris en otra publicación en modo catálogo", dice. Pepe Guerrero, sigue pisando la librería para sumergirse en miles de historias que seguirá disfrutando y haciendo que la gente también las aprecie.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios