Cultura

"Poner etiquetas es como vestir el traje de otro: sientes que no es tuyo"

  • El Premio Nacional de Fotografía inauguró ayer en Alfredo Viñas una exposición con obras realizadas entre 2005 y 2011 que podrá verse hasta el 17 de noviembre

Frente al afán documentalista de la fotografía artística en España, Chema Madoz (Madrid, 1958) ha hecho del objeto la razón y el sentido de su obra. Y lo ha hecho hasta perderle el respeto, reinventarlo y recrearlo. El Premio Nacional concedido en 2000, la gran exposición que le dedicó el Museo Reina Sofía el año anterior y una larga nómina de reconocimientos internacionales le han dado la razón. Ayer inauguró una muestra con una selección de obras realizadas entre 2005 y 2011 en la Galería Alfredo Viñas. Tocaba, pues, conversación.

-¿En qué medida una imagen debe estar clara en su cabeza antes de trabajar con la cámara?

-Cuando empiezo a trabajar tengo que tener la idea muy, muy clara. La mayoría de las veces el resultado se acerca mucho a esa idea inicial, pero eso no quita para que otras el proceso sea distinto. A veces reparo en el carácter gráfico de un símbolo pero me cuesta más resolverlo. En otros casos es una especie de intuición lo que llego a apreciar cuando estoy delante de un objeto o una situación concreta. En este sentido, la inspiración puede llegar por caminos muy diferentes.

-Algunas de sus fotografías parecen albergar una intención narrativa. ¿Tiene usted presentes las historias que puedan contar?

-Es posible que en mis obras haya un apunte de historia. Pero prefiero pensar que consigo dislocar el objeto y eso permite hacer distintas lecturas del mismo a diferentes niveles. No hay una intención de hacer una historia con principio y fin, en clave literaria, por más que la literatura, a través del libro y del texto, tenga un cierto peso en mi obra. Todo el trabajo se basa en claves visuales, sin nudos ni desenlaces.

-De igual modo, a pesar de trabajar con el objeto, parece perseguir una impresión de movimiento. ¿No le interesa el que ocurre naturalmente en la realidad?

-Tal vez esa idea de movimiento venga dada por el recorrido invisible que sugieren en conjunto las imágenes, que posiblemente llevan la misma idea implícita. Al mismo tiempo es un contrasentido, porque las imágenes son en su apariencia estáticas, pero creo que esa contraposición permite interpretarlas de modos distintos. Cuando la gente ve mis obras casi siempre sale el comentario de que son muy ordenadas, y es cierto que hay mucho orden, pero lo que se está mostrando es justo lo contrario, el desorden de las ideas y las formas. A veces el contrapunto, el desorden, refuerza la idea contraria, el orden.

-Algunas de las obras que expone en Viñas remiten a la música. ¿Qué hay de músico en su trabajo?

-Lo que siento por la música es admiración, pero por lo demás soy un negado, no sé leer una partitura ni tocar ningún instrumento. Pero hay algo ahí que significa para mí un misterio, algo que no llego a abarcar pero me toca y me empuja con una cierta insistencia. Eso sí, al hacer las composiciones para las fotografías juego con los ritmos y los tempos, así que alguna proximidad con la música sí que hay.

-¿Le han llegado a preocupar las posibilidades técnicas desarrolladas en los últimos años?

-La técnica no es algo que me preocupe mucho. Trabajo con el mismo equipo desde hace muchísimo tiempo, consigo de él lo que quiero y me sirve para llegar a donde quiero llegar. Me interesa mucho más lo que hay detrás de una imagen. Es cierto que últimamente he incorporado alguna cosa realizada con tecnología digital, pero con cuentagotas, difícilmente me voy a pasar a fotografiar con digital. Seguiré trabajando con analógico porque me parece que la relación que tiene el formato analógico con la idea de realidad es mucho más directa. Sé que es un poco absurdo, que hablamos de convenciones, pero quiero pensar que hay algo en la fotografía analógica que nos termina de convencer de que eso ha sido real en algún momento. Eso no ocurre con la fotografía digital.

-¿Hay en usted una escuela surrealista?

-No me resulta raro que algunos vean en mi obra un espíritu cercano al surrealismo. No ha sido mi intención, pero lo cierto es que el surrealismo me interesa mucho. Sin embargo, poner etiquetas al arte es como vestir el traje de otro, al final sientes que no es tuyo y no te sientes cómodo.

-Si yo le digo belleza, usted dice...

-El hecho de quitar a las imágenes todo lo accesorio y lo que no tenga importancia aporta a las imágenes una desnudez que está muy cerca de la belleza. La desnudez siempre tiene esa connotación de belleza y de verdad.

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