Cultura

El Premio Reina Sofía reconoce el verbo preciso de María Victoria Atencia

  • La poeta malagueña se convierte en la primera autora española que gana el galardón iberoamericano por su "capacidad de convertir lo cotidiano en algo trascendente"

Los primeros científicos que observaron la naturaleza a nivel cuántico hicieron algunos descubrimientos formidables. Por ejemplo: si en escalas superiores la materia y las ondas muestran comportamientos bien distintos, en tan microscópicos terrenos de juego cada una de las dos parece tener especial interés en hacerse pasar por la otra. El hallazgo confirmó que, como algunos venían sospechando desde antes de Sócrates, la materia no era del todo ajena a la luz; y, además, arrojó pistas decisivas para el conocimiento de aquellos rincones del universo que se mantienen ocultos. Pero lo cierto es que esta idea se aproxima también, con rigurosa fidelidad, a la poesía de María Victoria Atencia (Málaga, 1931): cada elemento de la realidad visible, la material, evoca y contiene algún rastro de la menos visible: la trascendente. Para traducir esta intuición al verso, Atencia ha desarrollado una de las más abrumadoras empresas literarias en lengua española durante el último medio siglo, a través de una asombrosa depuración del lenguaje. Y por eso, ayer, el jurado del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (convocado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca y uno de los más importantes reconocimientos internacionales en su género, dotado con 42.100 euros) anunció la concesión del mismo a la autora.

El jurado, formado por el poeta portugués Nuno Júdice, ganador de la edición anterior; el académico Luis María Anson; el presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri; la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos; el rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández; y escritores como Soledad Puértolas, Jaime Siles y Chantal Maillard, se decantó finalmente por Atencia (presente en las quinielas desde hace ya algunos años), precisamente, por su "capacidad de convertir lo cotidiano en algo trascendente" y por "dotar al lenguaje de una precisión extraordinaria". En declaraciones recogidas por Efe, Soledad Puértolas (que hace dos años presentó a Atencia como aspirante a un sillón de la Real Academia Española, aunque su candidatura fue derrotada por la de Carme Riera) señaló ayer que la poesía de la malagueña "nos ilumina el interior y nos ilumina siempre con una especie de nostalgia de lo que hemos podido ser y de ese amor que a veces nos sostiene y que a veces no tanto, pero que se reivindica tal cual". Jaime Siles apuntó por su parte que con Atencia la poesía española incorpora "una voz muy singularizada, más religiosa que mística, que nos hace ver matices absolutamente insospechados. Nos renueva la visión de la realidad y, al mismo tiempo, dota al lenguaje de una precisión extraordinaria". Chantal Maillard señaló a este periódico que en las votaciones hubo un empate entre Atencia y Clara Janés, resuelto al fin en favor de la malagueña, lo que produjo una especial alegría a Maillard, "por María Victoria y por Málaga: Ambas, la ciudad y la poeta, se lo merecían".

María Victoria Atencia añade el Premio Reina Sofía al Federico García Lorca que obtuvo en 2010 y el Nacional de la Crítica que ganó en 1998, entre otros galardones. Este mismo año, además, ha sido reconocida como Autora del Año en Andalucía (de la que es Hija Predilecta) y la Feria del Libro de Málaga (de cuya Universidad es doctora honoris causa) está dedicada a su obra en su presente edición. Atencia atendió ayer a este periódico y comentó que había recibido la noticia "con mucha alegría, sobre todo al pensar en los poetas que lo han recibido antes que yo y con los que ahora me siento más unida" (entre ellos figuran Gonzalo Rojas, Claudio Rodríguez, José Hierro, Ángel González, Álvaro Mutis, José Ángel Valente, José Manuel Caballero Bonald, Sophia de Mello, Mario Benedetti, Nicanor Parra, Blanca Varela, Ernesto Cardenal y otro malagueño, José Antonio Muñoz Rojas, que lo ganó en 2002; María Victoria Atencia es la primera autora española que se incorpora a la lista). Preguntada por la posibilidad de que su poesía encuentre ahora más lectores, la malagueña no ocultó su "ilusión", pero no tardó en recordar que, "de todas formas, la poesía es una cuestión minoritaria. Aunque precisamente por eso ha perdurado siempre y seguirá perdurando". Si en el homenaje que el Centro Andaluz de las Letras le rindió el pasado Día del Libro en Málaga Atencia invitaba a todo el mundo "a leer un libro debajo de un árbol", ayer se mostró esperanzada de que esta costumbre no se extinga; y hasta señaló los lugares de su Málaga natal en los que los árboles siguen dando sombra, "como el Paseo del Parque, y hasta algunos nuevos como el Palmeral de las Sorpresas", para llevarla a cabo.

El origen poético de María Victoria Atencia está profundamente ligado a la razón poética de María Zambrano (que escribió en 1986 el prólogo para uno de los libros mayores de su discípula, Trances de Nuestra Señora), pero la forja de su poesía aconteció en el grupo Caracola, aglutinado en torno a la revista de igual título, el que formaron en la Málaga de los años 50 Alfonso Canales, Bernabé Fernández Canivell y Rafael León (quien se convirtió en guía y primer editor de Atencia, además de compañero inseparable y padre de sus hijos), junto a Vicente Núñez y un Pablo García Baena residente entonces en Torremolinos. En aquellos años, una primeriza María Victoria Atencia ganaba ya con sus versos la admiración de Vicente Aleixandre, que gustaba de compartir tertulia en el seno de Caracola durante sus temporadas en Málaga. Después vinieron libros como Arte y parte (1961), Cañada de los ingleses (1961), Los sueños (1976), Paulina o el libro de las aguas (1984), De la llama que arde (1988), La intrusa (1992), Las contemplaciones (1996), El hueco (2003) y El umbral (2011), con el que ganó además el Premio de la Real Academia. Todos ellos constituyen un acercamiento colosal a la experiencia, próximo al arrebato místico no exento de erotismo pero con un asiento estoico por el que Jorge Guillén bautizó a Atencia como "la serenísima": "Comienza a serme infiel / la piel de mi garganta; / pero ahora que se pierden tras de mí las orillas, /tómame una vez más, mi desdeñoso amante, / mientras las algas ponen / un collar en mi cuello" (El baño).

Para la poeta Aurora Luque, "la poesía de María Victoria se encuentra en el umbral de una época en la que la escritura femenina en castellano aborda una etapa de balbuceos, después de una prehistoria excesivamente larga", por lo que considera a Atencia "pionera en la normalización de esa escritura femenina". Además, Luque señala a la autora "como ejemplo del grupo de poetas que, en una época dura y sórdida, supo mantener una exigencia literaria que a su vez significó una isla aparecida en Málaga, que contrastó con la vida culturalmente más pobre que sufrían otras ciudades, entre la mediocridad y la grisura" (Luque recomienda además como libro idóneo para introducirse en la poesía de María Victoria Atencia la antología Como las cosas claman, que publicó en 2010 la editorial Renacimiento). El también poeta malagueño Francisco Ruiz Noguera subrayó su "gran alegría, después de que María Victoria llevara ya algún tiempo rondando este premio", y la cordobesa Elena Medel se pronunció ayer en estos términos: "En lo concreto late lo esencial, sabe María Victoria Atencia, que lo ha descubierto y que ha anudado esta hermosa correspondencia a ras de suelo. Ese lugar desde el que escribe y sobre el que escribe Atencia es también un lenguaje. En ella hay tradición e innovación reales, y sus palabras y sus temas caminan firmes por esa senda funámbula de sonar a siempre y sonar, a la vez, renovados". El gaditano Felipe Benítez Reyes afirmó por su parte que María Victoria Atencia "es uno de esos poetas que aciertan a darnos una visión nueva de las cosas empleando un mínimo de elementos. Estamos ante una poesía de la reflexión que fabula, que trasciende -con alas agradecidas- el punto de partida de esa reflexión sin diluirlo: en su poesía está lo real y está el sueño de lo real".

Con motivo del nombramiento de María Victoria Atencia como Autora del Año, el Centro Andaluz de las Letras publicó recientemente la antología A este lado del paraíso (editada por el citado Francisco Ruiz Noguera) e inauguró la exposición María Victoria Atencia: la reina blanca de nuestra poesía en Málaga, donde podrá verse hasta el 21 de mayo. La muestra visitará posteriormente las ocho provincias andaluzas y sus contenidos se incluyen en un catálogo con textos de Pablo García Baena, Antonio Garrido, José Antonio González Iglesias, Clara Janés y Antonio Carvajal, entre otros. El propio director del CAL, Juan José Téllez, se felicitó ayer por el hecho de que, ante semejante confluencia de homenajes, "María Victoria Atencia ya no va a pasar desapercibida", y expresó su deseo de que "a través de su obra hagamos visibles la obra de otros escritores que no han disfrutado los mismos reconocimientos". La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, destacó la "fuerza expresiva" y "honda espiritualidad" de Atencia, de la que subrayó su capacidad de "transmutar en poesía su vivencia espiritual del mundo, a través de un lenguaje de alta concentración expresiva".

Con el Premio Reina Sofía, la poesía de María Victoria Atencia se hace más patrimonio de todos. Y la belleza, algo menos extraño.

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