Cultura

Psicópatas de película

  • Los críticos Rafael Dalmau y Batet reúnen en un libro a los personajes más perturbados del cine

La mente humana puede crear ángeles o demonios. ¿Qué tienen en común Norman Bates de Psicosis y Hannibal Lecter de El silencio de los corderos además de protagonizar dos películas de culto? Pues ser dos de las 50 mentes más perturbadas del cine retratadas en Psicópatas en serie. Hasta 200 películas han visionado los autores de este libro editado por Raima Edicions, Batet y Rafael Dalmau, para componer esta obra de encargo en sólo tres meses.

John, el asesino de Seven; Mickey y Mallory, de Asesinos natos; Leatherface y su Matanza de Texas; Alex, el excéntrico cabecilla de La naranja mecánica; Jack Torrance y su Resplandor; o Bruno, de Extraños en un tren, conviven -y algunos mueren- en las páginas de un libro que destila sangre. Pero, eso sí -advierte Dalmau-, sus autores han tratado de huir de las películas que muestran vísceras y que exponen "la violencia porque sí".

Dalmau, junto a su colega y también crítico de cine Batet, ha seleccionado medio centenar de cintas en cuyos fotogramas aparecen casi 500 muertos entre asesinatos a sangre fría y otras atrocidades cometidas por los peores monstruos que el cine se ha atrevido a crear o recrear, pues también hay películas basadas en hechos reales. En concreto, 21 de las seleccionadas.

Es el caso de Criaturas celestiales, Elephant, El estrangulador de Boston, El estrangulador de Rillington Place, Henry, retrato de un asesino, La matanza de Texas, Wolf Creek o Ted Bundy, quien tuvo el dudoso honor en ser el primer catalogado como "asesino en serie" en Estados Unidos.

La mayor parte de las cintas son estadounidenses, ya que la realidad se impone. "El cine norteamericano siempre reina", según Dalmau, quien subraya, no obstante, que en su libro Batet y él han puesto "de todo, películas españolas, coreanas, alemanas, francesas...".

Son 17 las películas que se han colado en Asesinos en serie en nombre de la diversidad. El cebo, de Ladislao Vajda, y ¿Quién puede matar a un niño?, de Narciso Ibáñez Serrador, son las españolas elegidas. De las ocho con denominación de origen del Reino Unido destacan Frenesí y Extraños en un tren, de Alfred Hitchcock; La naranja mecánica y El resplandor, de Stanley Kubrick; o Repulsión, dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Catherine Deneuve.

La coreana de la que hablaba Dalmau es Crónica de un asesino en serie, de Bong Joon-ho, pero también figura la austriaca Funny Games, de Michael Haneke, y la australiana Wolf Creek, de Greg Mclean. Completan la lista la producción británico-neocelandesa-alemana Criaturas celestiales, de Peter Jackson; las alemanas M, el vampiro de Düsseldorf, de Fritz Lang, y El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene, y la francesa Dentro, de Alexandre Bustillo y Julien Maury.

Estas dos últimas responden, según Dalmau, a la preocupación de que hubiese filmes de "todas las épocas". Así, la primera data de 1920 y es una película muda, mientras que la segunda es de 2007, fue proyectada ese año en el Festival de Cine Fantástico de Sitges y "quizás una de las películas más extremas que se ha visto en una pantalla", de una violencia "atroz".

Los autores de Psicópatas en serie se han entretenido en hacer un inventario de todo el instrumental usado por los personajes de las películas para matar, asesinar, torturar, atropellar, estrangular, clavar, serrar, gasear, martillear, descuartizar o seccionar a sus víctimas y lo recopilan al final del libro.

Con el cine se "aprende mucho", según Dalmau, pero lo más "inquietante" para él ha sido darse cuenta de que convivimos con muchos psicópatas, y de eso fue consciente al leer el prólogo de su libro, escrito por el psicólogo Bernat Parés Sabatés. Un psicópata es "una persona que padece un trastorno de la personalidad, antisocial, que tiene desde la infancia un patrón general de rechazo y violación de los derechos ajenos. No padece alucinaciones ni delirios, sino que se caracteriza por ser una persona impulsiva. No suele tener remordimientos y las justificaciones que da de sus actos son tales como la vida es dura", según Parés.

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