Cultura

Publica como puedas

  • Ante la crisis del mercado editorial, los escritores noveles emplean los portales de internet como una alternativa para dar a conocer sus obras

Concursos, autoedición, editoriales independientes, agentes literarios, literatura online... Pese a todas las opciones del nuevo mercado, en la jungla editorial sigue imperando la ley del más fuerte y la odisea de publicar un primer libro frustra las ambiciones literarias de toda una generación.

"La crisis ha llevado a las editoriales a asumir muchísimos menos riesgos. Es evidente que publicar un autor desconocido es un riesgo en sí. Hay que arrancar de la nada, de la semilla. Y si un autor quiere publicar un libro y lo quiere publicar con un perfil serio, la lista es pequeña. Muy pequeña", explica Juan Casamayor, editor de un sello arriesgado, Páginas de Espuma.

Dedicada a un género como el cuento, esta casa lleva 15 años apostando por nombres conocidos y no tan conocidos, pero el momento actual le ha llevado a reducir su apuesta por los nuevos nombres hasta sólo uno al año, sin padrino y por la vieja vía del manuscrito enviado por correo.

"Sin duda, hoy se valora más una novelita inédita de Balzac, que por algo estaría inédita, que una novela extraordinaria de un señor de Zamora", asevera Casamayor, quien sí ha seleccionado a autores como Guadalupe Nettel por el concurso de narrativa breve Ribera del Duero.

Marta Díaz, editora de Random House Mondadori, comparte esta opinión y propone las nuevas tecnologías y, sobre todo, los concursos como vía de acceso para los noveles. "Aunque no tengan respuesta directa o no resulten ganadores, hay gente de mucho prestigio que forma los jurados y que los tienen que leer", apunta. Eso sí, aconseja que no se yerre el tiro a la hora de elegir editorial, y se busque un sello receptivo al género y el estilo de la obra. "A Mondadori nos llegan libros de cocina", dice al respecto.

Casamayor, por su parte, da otro buen consejo para primerizos: "Una vez que haya acabado su manuscrito, que lo guarde en un cajón y lo lea a tiempo pasado. No hay prisa por entregarlo, debe reposar", explica.

¿Se vive, entonces, una ola de conservadurismo editorial? Laure Merle D'Aubigne, de la agencia literaria A.C.E.R., lo sintetiza así: "Todo el mundo sueña con comprar barato algo que va a funcionar, pero a la hora de la verdad casi nadie se atreve a hacerlo y prefieren copiar los éxitos de otras editoriales".

Quizá por eso existen páginas como Escritores.org que asesoran, avisan de los plazos de concursos y ofrecen foros de discusión, además de abrirse la publicación online en portales como Bubok o Lulu. El formato digital es un refugio, pues según el informe de la Federación de Gremio de Editores de España ha aumentado un 243% en un año, aunque sólo un 3% en volumen de negocio.

Sergio Mejías, director general de Bubok, habla más en números que en palabras y publica todo aquello que sea legal, sin línea editorial: "Al mes publicamos 1.200 libros nuevos. En cinco años, hemos acumulado 30.000 autores. Hay dos o tres casos al mes de gente que ha salido de nuestras filas y es fichada por editoriales. Otros autores que quieren quedarse ahí porque les está funcionando bien la tecnología; al eliminar el intermediario, en vez de un 10% reciben un 80% de la ganancia".

Pero todavía sobreviven editoriales tradicionales que invitan al optimismo, como Blackie Books; nacida en Barcelona en 2009, ha publicado con mimo a autores como Miqui Otero, Miguel Noguera o Luis Noriega, cuyo caso, explica Jan Martí, uno de los responsables de esta empresa, es el primero que publican llegando "de la nada prácticamente". En esta pequeña editorial, el truco ha sido, precisamente, el de atreverse a arriesgar. "Hemos empezado a ser conocidos precisamente por eso", afirma, pero han creado un efecto llamada que se han visto obligados a frenar y ya no admiten más manuscritos.

Algo parecido le ha pasado a Lengua de Trapo, otra editorial abierta a lo desconocido. En la decimoctava edición de su premio, con el que aseguran la publicación del ganador, tuvieron que posponer el fallo por la avalancha de candidatos.

Y quizá la más veterana en este campo de apostar por los nuevos nombres, avalada por su propio sello de calidad, es Anagrama. A través de sus dos concursos (premio Anagrama de ensayo y premio Herralde de novela) lucha contra la política del autor consagrado, aunque Jorge Herralde asegura que se viven tiempos de "grafomanía rampante propiciada precisamente porque la gente tiene más tiempo".

En cualquier caso, un escritor novel que lucha por publicar su debut literario por la vía tradicional y no puede, puede recordar las vueltas que dieron obras como Cien años de soledad, de García Márquez, o Ulises, de James Joyce, hasta ver la luz.

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