Cultura

"Quisiera que se me reconociera en el panorama musical"

El Barrio plantea en su último álbum, La voz de mi silencio, cuestiones como la soledad de las personas mayores o la piratería, denunciadas por el verbo de este auténtico poeta de multitudes.

-¿Es un Barrio diferente éste que muestra ahora?

-No. Mantengo el sello y las formas. Eso sí, estoy más hecho, más curtido en escribir, producir, arreglar. En una palabra, con más madera.

-El título del álbum es una contradicción en sí mismo, ¿no?

-Sí. Es lo que a cualquier ciudadano le pasa y no dice. Para bien o para mal. Yo lo tomo por la melancolía, por el llanto del alma. Antes, eso sí, tienes que conocer la tuya y estar contento con ella y, después, puedes cantar a la gente que te sigue e identificar su espíritu.

-Para eso, debe ser muy observador... ¿Le gusta mirar a su entorno?

-Sí. Me apasiona saber cómo va la sociedad y componer cuando se está dolido, cuando no se tiene todo.

-Sacar a relucir aquello que no suele decirse puede convertirle en un personaje incómodo. ¿Le preocupa?

-No. Nunca me escondí de nadie. Siempre di la cara. Si prediqué en las sinagogas, no me preguntes a mí sino a quien me escuchó.

-¿Ha sido compleja la adaptación musical de sus ideas?

-Paso a paso, noche a noche, insomnio a insomnio. Se trata de un trabajo muy elaborado, confeccionado con mucha ilusión.

-Consigue, sin salir en revistas ni en programas, llenar estadios y grandes auditorios. ¿Cuál es su secreto?

-No aparecer en ningún lado, inaccesibilidad, aprender a vivir en soledad. Es difícil al principio pero, cuando te acostumbras, te adaptas.

-Es decir, que está hecho a la idea de vivir un poco al margen, ¿no?

-Tampoco busco premios de la industria. Sigo yendo a contracorriente, de la mano de la palabra mágica de la música que es mantenerse.

-Parece muy valiente...

-Soy Juan sin miedo.

-Y muy creyente también, ¿verdad?

-A mi manera. No en los curas ni en santos padres. Leí la Biblia y mi religión y lo adapté a mi vida.

-¿Existe el pecado?

-Donde hay bien, hay mal también. Si te arrepientes, se soluciona.

-¿Alguna falta confesable?

-(Risas). Cada día se peca mucho pero, en mi caso, que no haya dado todo lo que debiera haber dado en algún concierto.

-¿Qué pretende con La voz de mi silencio? ¿Dónde le gustaría que le llevase?

-Quisiera conseguir subir un escalón más y que se me reconociera en el panorama musical. Los míos sí lo hacen pero carezco de las mismas igualdades que quienes están con multinacionales.

-¿Qué tiene esta profesión para que, a pesar de las dificultades, haya decidido seguir luchando?

-Forma parte de mi cotidianidad. Lo es todo. Antes de lavarme la cara, tengo el walkman puesto. Me encanta el contacto con el público. Aquí hay una persona con un sombrero que tiene mucho que decir.

-¿Se reconoce en el mismo artista que, hace diez años, realizaba sus primeras grabaciones?

-Cuando las escucho, veo la niñez en las letras.

-¿Ha perdido la inocencia?

-No, pero no me dejan sacarla. Está escondida.

-¿Y si alguien lo tuviera como referente y pretendiera seguir sus pasos?

-Que desarrolle esa inquietud. Son malos momentos para esto pero que siga adelante con sus sueños. Son para realizarlos.

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