Crítica de Cine

Reencuentro al vacío

Susi Sánchez y Bárbara Lennie, en la nueva película de Ramón Salazar.

Susi Sánchez y Bárbara Lennie, en la nueva película de Ramón Salazar.

Desde aquel sonado debut con Piedras (2002), uno tiene la impresión de que cada nueva película de Ramón Salazar se transmuta estilísticamente con más cálculo que verdadera necesidad en un intento de ponerse al día con las tendencias de moda del cine de autor. Si entonces tocaban las historias cruzadas sobre el amor y la soledad urbana, luego el musical posmoderno y transversal (20 centímetros) y un poco más adelante una cierta impostura malickiana entre realidades paralelas (10.000 noches en ninguna parte), La enfermedad del domingo, su nueva película recién presentada en la Berlinale, se pone severa, simbólica y minimalista en su acercamiento a las dolorosas cuitas entre una madre (Susi Sánchez) y una hija (Bárbara Lennie) reunidas por voluntad de la segunda después de 30 años de abandono y separación.

La enfermedad del domingo se conjuga así en un territorio íntimo y casi abstracto, materializado en una puesta en escena altamente estilizada (también en el apartado sonoro) que intenta preñar de gestos y metáforas sobre el desarraigo, la orfandad, el abandono o la muerte un espacio, primero de lujo, luego rural, por el que sus personajes parecen deambular como fantasmas prisioneros de su propia y atormentada conciencia.

Madre e hija se retan así a un juego de secretos, desafíos y revelaciones que se nos antoja tan obvio como artificialmente desarrollado y dilatado, lo que da como resultado un filme más pretencioso que ambicioso y más ensimismado que poético.

Frente a los previsibles halagos al trabajo de Sánchez y Lennie sobre otros elementos del filme, este cronista se atrevería a decir que el explícito enfriamiento de la intensidad emocional entre ambas tampoco resulta suficientemente convincente.

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