Cultura

Con y sin Robin

  • El volumen de ECC retrocede hasta 1989, justo después de la muerte de Jason Todd, para presentar a Tim Drake, el tercer Robin

El viejo motivo literario del sidekick o compañero del héroe fue adoptado por el género de superhéroes desde sus inicios. Robin debutó y se unió a Batman en el número 38 de Detective Comics (abril de 1940) y dio paso a una auténtica camada de cachorritos superheroicos que ha seguido aumentando hasta nuestros días. Ha habido muchos sidekicks adolescentes, pero ninguno tan significativo como el Chico Maravilla, pues el relato de las primeras aventuras del Dúo Dinámico no se limitó a las correrías habituales de los superhéroes (patrullar las calles, darse de leches con los criminales), sino que invadió también el ámbito doméstico: era tan habitual ver a Batman y Robin sobre un tejado como a Bruce Wayne y Dick Grayson durmiendo en camas contiguas o desayunando tranquilamente en su mansión. Esta particularidad, propició rápidamente avisos sobre los tintes homoeróticos (y pedófilos, aunque esto último raramente se señala) del serial, como los expresados por el doctor Fredric Wertham en su libro Seduction of the Innocent (1954). Desde entonces, se ha escrito mucho sobre la supuesta relación amorosa entre Batman y Robin, y esta lectura queer ha provocado todo tipo de reacciones, especialmente una defensa de la integridad sexual de los personajes que no pocas veces cruza la frontera de la homofobia. Creo que fue Grant Morrison quien dijo que Batman y Robin son declaradamente heterosexuales, pero que el discurso y el tono de la serie es de lo más gay, y, en mi opinión, este discurso transgresor ha multiplicado el alcance de Batman, ha nutrido y enriquecido su mito a lo largo de las décadas. Vamos, que es un valor añadido.

Cuando hablamos de Robin, conviene también saber que el morbo no se limita a lo sexual. La violencia y la muerte están asociadas a su trayectoria. Así, por ejemplo, Batman transporta el cuerpo sin vida de Robin en la cubierta de la alucinante historieta Robin muere al amanecer (Detective Comics 156, junio de 1963), una de las imágenes más icónicas de toda la saga, debida a Sheldon Moldoff, y el segundo Robin (Jason Todd) fue asesinado por el Joker en el arco argumental Una muerte en la familia (1988-89), cuya resolución se decidió nada menos que mediante los votos telefónicos de los propios lectores. Otra curiosa característica que distingue a Robin de la mayoría de sidekicks es el hecho de que su manto haya sido adoptado por adolescentes de ambos géneros.

Año Tres, el volumen de la colección Grandes autores de Batman, firmado por el escritor Marv Wolfman y dibujantes como Pat Broderick, Jim Aparo o George Pérez, retrocede hasta 1989, justo después de la muerte de Jason Todd, para presentarnos a Tim Drake, el tercer Robin. Y Batman: Vigilancia nocturna, el tomo recopilatorio de la fenomenal etapa de Scott Snyder, Greg Capullo y compañía, en pleno siglo XXI, nos muestra a un Batman de luto por la muerte de Damian Wayne (otro Robin) y los esfuerzos de la joven Harper Row por convertirse en la nueva compañera del héroe (no como Robin, sino como Bluebird). Suma y sigue.

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