¿Alguien vio el órgano interpretar su papel? El programa de mano hablaba de él... Recordemos que se trata de la versión orquestal, donde el órgano suple al armonio de la primera versión, pero el resultado evidenció una extraña mezcla descolocada y desnaturalizada con piano.

Enfocando el análisis global del concierto podemos establecer la participación de los solistas a nivel individual y en papel de conjunto. Y de la misma forma se puede tratar al conjunto del coro. Bajo el prisma de las intervenciones grupales, los solistas quedaron bien conjuntados; no así en los papeles a solo donde destacó claramente Manuela Custer. Su expresividad, seguridad y exquisita interpretación hicieron del Agnus Dei el mejor de los números realizados al ofrecer realmente un sentido más acorde a la obra total. No podemos decir lo mismo de Loreana Bigi de óptima dicción pero con unos agudos algo chillones. Su impreciso registro grave le pasó factura en el Crucifixus. Sin embargo, estuvo mejor en el O salutaris hostia aunque su excesivo apego a la partitura hizo que casi se cubriera el rostro con ella.

Mikulas siguió en su línea habitual. Su Quoniam quedó resolutivo. Marín, por otro lado, quedó más unido a lo grupal que a lo solístico donde su Domine Deus no aportó grandes resultados.

Finalmente, la Coral Cármina Nova dio realce a la velada. Pese a su tímida intervención en el Christe -no se llegó a cuajar un verdadero estilo palestriniano-, su Cum Sancto fue soberbio al saber mantener la intensidad interpretativa a lo largo de la pieza pese a sabiendas a la longitud de sus frases. Igualmente salvaron el Sanctus ante un aterrador uso del piano donde no corresponde (ni la original ni la orquestal hablan de tal instrumento) y contribuyeron con su Dona nobis pacem a que ese Agnus Dei reseñado calara entre el público que asistió anoche al Teatro Cervantes.