Cultura

Samoilovich reúne su particular catálogo de bichos

  • El poeta argentino publica 'El libro de los seres alados', bestiario que recoge criaturas míticas de Poe, Borges y Keats, entre otros

El gillygaloo pone huevos cuadrados. Comparte con el hada y el jabberwock las alas, que es inventado y que aparece en El libro de los seres alados, un bestiario que el poeta argentino Daniel Samoilovich ha hilado con pasión de ornitólogo voyeur para entusiasmar a los devotos de las delicias literarias. El libro de los seres alados (editorial 451.jpeg) no es una enciclopedia, aunque las más de 250 entradas que contiene estén ordenadas alfabéticamente, ni tampoco un compendio de textos e ilustraciones referidos a criaturas "volátiles", sino un bestiario al estilo del de Aberdeen, del que ha tenido que "podar", recuerda apesadumbrado el autor en una entrevista, la cuarta parte del total.

La colección de 600 textos que contiene, y que Samoilovich, traductor de latín, francés e inglés y experto en matemáticas, empezó a recopilar en 2.000, proceden de fuentes antiguas y modernas, por lo que no faltan el cuervo de Poe, el ruiseñor de Keats, el cisne de nieve de Darío o la mariposa de Chuang-Tzé inmortalizada por Borges. Precisamente de Borges es la entrada de gillygaloo recuperada de su Libro de los seres imaginarios: "Andaba por las escarpadas laderas de la famosa Pyramid Forty. Ponía huevos cuadrados para que no rodaran y se perdieran. Los leñadores cocían esos huevos y los usaban como dados". Ésa le parece a Samoilovich (Buenos Aires, 1949), director del trimestral Diario de poesía y autor de Las encantadas, la aportación más bella y también más ocurrente de su colección de citas, fragmentos narrativos y de ensayo, dibujos, poemas, cuadros y sus propias glosas (identificables porque aparecen en azul) cuando la fuente era "muy dispersa".

En ese florilegio "con fronteras tan difusas con la enormidad", el texto que le parece más inquietante es el que se refiere a las sirenas. ¿Alas? ¿Las sirenas? "Es que las que fascinan a Ulises tienen cara de mujer y cuerpo de pájaro y le hacen creer que cantan en un prado de flores pero en realidad está sembrado de huesos humanos y pieles a medio secar; es un mito muy ambiguo de combinación entre seducción y muerte, de verdadero terror", resume el autor, a quien la poeta española Olvido García Valdés ha "regalado" con "inmensa generosidad" su colección de textos sobre el colibrí.

Lo que predomina en su libro son escritos de viajeros, poetas, mitógrafos y científicos en una apuesta por la variedad y la yuxtaposición, para contagiar una diversión que en él arrancó cuando tenía 26 años y se compró unos prismáticos para observar pájaros, "una actividad encantadoramente inútil y literaria". El poeta argentino, un arrebatado bibliógrafo, incorpora varios textos de su admirado Lewis Carroll, tales como el del dodo y el jabberwock, cuyas ilustraciones están "escaneadas" del original que Samoilovich compró hace unos años y que es la joya de su "corona". En su "jauja" de seres imaginarios emergen otros mucho más terrenales como el mosquito, con una descripción muy divertida de la Luna como un paraíso "porque allí no debía haber" semejante insecto escuchada por Alexander von Humboldt, uno de los autores a los que más recurre el autor, junto a Robert Graves, Raphael Patai o Plinio El Viejo.

No aparecen en el libro, de cuya selección de imágenes se ha ocupado Eduardo Stupía, seres que vuelan sin alas -sea una bruja o Supermán- ni aparatos voladores, pero sí casi cualquier realización ensoñada del hombre mirando al aire: "emblemas, metáforas, presagios buenos y malos, híbridos de hombre y animal, objetos de asombro, temor, estudio y pensamiento" y, sobre todo, de entretenimiento y diversión.

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