Cultura

Solidaridad de lejanía

"¡Buenas noches, familia!", dijo Lamari, la mujer más esperada anoche en el Palacio de Ferias de Málaga. Ella y Carlinhos Brown eran el verdadero motivo por el que unos cuantos miles de malagueños decidieron ser solidarios con Unicef y asistir al concierto benéfico de Encode. Chambao cerró por fin, en un extraño lugar y por una buena causa, su gira Pokito a poko. Salieron al escenario con 20 minutos de retraso pero su música calmó los ánimos. Tocaron Duende del sur y Ahí estás tú, entre otros de sus ya más que conocidos temas.

Antes que ellos, los no muy interesantes El Tío Calambres y El Combolinga demostraron cómo ciertos lugares comunes se han apropiado de la música: ¿la rumba mal tocada ayuda a alguien? El público, con su desinterés dio la respuesta.

Lo de Encode debe de ser solidaridad de distancia, con quienes no se ve ni se conoce, porque la organización, representada por un personal de seguridad poco solidario, trató al despreciado gremio de la prensa con los pies -los seguratas son los mismos para un concierto benéfico que para una discoteca de polígono industrial-. En fin, este evento publicitario de varias webs de la Junta de Andalucía demostró que de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el Infierno. "No sé nada" y "Por aquí no", fueron las respuestas más comunes que se recibían de cualquiera que llevara colgada del cuello una acreditación. Además, la respuesta siempre iba acompañada de un mal gesto.

Lamari y Carlinhos Brown son una pareja con muy buenas intenciones, ambos participan en diversas buenas causas y su presencia en Encode está más que justificada, tanto por su música como por su trayectoria. Lo de El Tío Calamabres y El Combolinga es otro asunto. "Me llaman el arroz pegao porque estoy en la cama todo el día tirao" es lo que cantan los segundos. ¿Eso es solidario de algo? ¿Eso es algo? Son las cosas de los festivales, que acaban siendo poco solidarios con la música, que también sufre.

De Encode, pasados unos días, sólo recordaremos que algún dinero llegó a Unicef para su necesaria labor por la infancia, que los fieles seguidores de Chambao y Carlinhos Brown volvieron a disfrutar de ellos -Brown es ya un habitual de nuestros escenarios, de todos. Con suerte podremos olvidar a César Strawberry y sus consignas -presentó el evento en lugar de Willy Toledo y a la manera de Bono en su última gira pidió sms solidarios- y la terrible organización.

Por cierto, creo que todos los presentes estarán de acuerdo en que el Palacio de Ferias no es una sala de conciertos, que no salió en llamas porque algunos incluso apagaban sus cigarrillos antes de depositarlos en los vasos de plástico de sus birras.

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