Cultura

Suena bonito, sí

Viendo en directo a Madeleine Peyroux, no puede uno dejar de reflexionar sobre la más reciente hornada de divas del jazz, entendido éste como género pastiche pero garante siempre de distinción. Días antes, por el mismo escenario pasó la más laureada representante del movimiento, Diana Krall, por lo que cabe constatar el tremendo éxito de la propuesta: en ambas ocasiones, el Teatro Cervantes estuvo lleno, o casi. Peyroux vistió de largo su tercer disco, Half the perfect world, que ya en el título avisa de que Leonard Cohen aparece por algún sitio, y así lo hace de hecho, junto a Joni Mitchell, Gainsbourg, Harry Nilsson y otros próceres. Alguien, en algún sitio, ha escrito que a la cantante le conmueven todas influencias y que las transpira, junto a otras más puramente jazzísticas como la de Billie Holiday. Y aquí es donde pongo yo un pero.

El concierto del martes resultó brillante en ejecución, esmerado, preciso, lo que no resultaba especialmente difícil con unos arreglos convencionales; ya saben, el contrabajo sin salirse de las negras, el hi-hat de la batería sin salirse de las blancas, escobilla en mano. Se respiraba la distinción en la perfecta posición de los acordes y en el sano humor de la artista, empeñada en subrayar el lado sexy de Cohen y lo difícil que resulta componer canciones, por más que la mayor parte de su repertorio se vaya en covers. Por cierto, mientras sonaba Everybody's talking at me algunos lloramos a Nilsson, porque ni veíamos la oportunidad de la interpretación ni la calidad de la recreación. ¿Qué sentido tiene recuperar estos temas y de esta manera, reduciéndolos en recursos con la excusa de hacerlos irreconocibles? Se nota que Peyroux ha viajado mucho, pero poco más: su propuesta ha pasado con creces la prueba del algodón, pero le falta vida y le sobra clase. Es aquí donde, por más que me empeño, no veo el jazz por ningún sitio: para elevar estas canciones a los límites de Billie Holiday (tendría la Peyroux que rajarse la garganta muchas veces) hay que mostrar en el escenario algo parecido a un corazón roto, a un palo en la espalda, a un perro en el estómago. Pero aquí sólo vimos a una buena chica. Eso sí, bonito sí que sonó.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios