Cumplir medio siglo al pie del cañón en lo que a cultura y artes escénicas se refiere sería motivo de sobra para tirar la casa por la ventana, descorchar miles de botellas de champán y coronar la Equitativa con un logo al uso. Pero, en sus 50 años de existencia, el Teatro Alameda, verdadero decano de los escenarios malagueños, ha demostrado tanta prudencia como vocación, tanto oficio como pasión y tantas ganas como sensibilidad. En consecuencia, la gala con la que hoy a partir de las 20:30 celebrará su aniversario no presenta grandes protagonistas ni reclamos dignos del papel couché, sino que, aprovechando tan señaladas fechas, vestirá sus galas más altruistas para una velada de regusto familiar que espera, sin embargo, contar con el aforo completo y vender todo el papel para el bien de muchos. En el escenario actuarán la Banda Municipal de Música y la Asociación Cultural Cortijo de la Duquesa en beneficio de los Hermanos de San Juan de Dios. La entrada, o mejor dicho el donativo, tiene el simbólico precio de 5 euros. Así que no hay excusas: la fiesta por la permanencia magistral del Teatro Alameda como referente cultural de Málaga se alía con los mejores ánimos solidarios materializados en una acción concreta. Nadie, por tanto, debería perdérselo.

Como la generosidad, no obstante, tiende a crear lazos en lugar de regodearse con la autoestima más fácil, el Teatro Alameda rendirá en la misma gala de esta noche un sentido homenaje a otros dos baluartes de la ciudad que también cumplen en este 2011 que ahora acaba 50 años de profesión: el periodista Antonio España, primer corresponsal de TVE y el Nodo en Málaga; y el fotógrafo Eugenio Griñán, verdadera memoria de la ciudad registrada en miles de instantáneas conservadas para la Historia. Durante el homenaje se proyectarán imágenes de ambos en el desempeño de sus respectivos oficios y no faltarán, claro, algunas sorpresas para los galardonados.

El Teatro Alameda inició su andadura en 1961, en la misma manzana de la calle Córdoba que a comienzos del siglo XX había ocupado el Cine Pascualini, destruido durante la Guerra Civil. Ya entonces alternó en su programación cine y teatro (la primera película que proyectó fue El día más largo) y, para que no se diga, la gala que se celebró el 22 de diciembre de aquel año fue también de carácter solidario, en beneficio de las Hermanitas de los Pobres (lo que dice bastante del compromiso del Alameda respecto a sus señas de identidad). Tras la reforma de 1988 el Alameda ganó su distribución actual, con dos salas pequeñas consagradas al cine y una mayor (cuyo aforo ha sido ampliado este año hasta las 600 butacas) que alterna cine y teatro. Consolidado como uno de los espacios escénicos de gestión privada de mayor influencia en toda España, el Teatro Alameda sigue su rumbo. Hoy toca celebrarlo. Y que cumpla muchos más.