arte Una amplia mirada a un creador único

El Thyssen celebra la exultación femenina de Anglada-Camarasa

  • La exposición 'Arabesco y seducción' podrá verse hasta el 31 de marzo de 2013 con 54 obras del pintor catalán, procedentes en su mayor parte de los fondos que la Fundación La Caixa conserva en Mallorca

Si la representación de la mujer es un argumento común en la historia del arte desde sus inciertos inicios, a menudo este argumento se encarna en determinados artistas de manera significativamente luminosa, reveladora y cargada de intenciones. Es el caso de Hermen Anglada-Camarasa (Barcelona, 1871 - Puerto de Pollensa, 1959), pintor que además sirve como pocos (con permiso de Zuloaga y Sorolla) de emblema al arte español que sucedió en el tránsito del siglo XIX al XX, en el ocaso del modernismo y antes de las vanguardias. Ayer, el Museo Carmen Thyssen de Málaga dio buena cuenta de este legado con la inauguración de la exposición Anglada-Camarasa. Arabesco y seducción, que podrá verse en el Palacio de Villalón hasta el próximo 31 de marzo, con un total de 54 obras del artista catalán (34 óleos sobre lienzo, 19 dibujos preparatorios y una acuarela) procedentes en su mayor parte (32 obras) de la colección que la Fundación La Caixa exhibe desde 1993 en el Caixafórum de Palma de Mallorca. También han prestado sus piezas para la ocasión otras instituciones como la Colección Masaveu de Oviedo, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Reina Sofía de Madrid y algunos coleccionistas privados entre los que figuran Beatriz Anglada-Camarasa y la propia Carmen Thyssen-Bornemisza.

La exposición se distribuye en cuatro secciones que ayer presentó a los medios la comisaria y nieta del artista, Silvia Pizarro Anglada-Camarasa. La primera, La sugestión del desnudo, corresponde a la etapa de aprendizaje que Anglada-Camarasa vivió en París, en los últimos años del siglo XIX, en la que la representación de la mujer "obedece a una intención simbólica y a la influencia de Gustave Moreau". La segunda, Retratos y nocturnos de París, reúne cuadros de diversos formatos que el pintor realizó entre 1900 y 1904, también en París. Su mirada es aquí notablemente distinta: Anglada-Camarasa se había quedado "fascinado por los ambientes nocturnos, por las mujeres de la calle, por la iluminación eléctrica en teatros y jardines, y representa todo eso en su obra". El paisaje urbano es el protagonista, incluso a través de los jardines, aunque más aún en los fondos cabareteros: en el óleo Interior de music hall (1904), es una mujer sola, representada de espaldas, la que mira al fondo de una sala de fiestas en la que todo parece haber terminado.

La tercera sección, El esplendor de la mujer, es la más importante por el número y la calidad de las obras y por la época que abarca. Pizarro recordó que en 1904 "Anglada-Camarasa realizó un viaje a Valencia que cambió profundamente su discurso pictórico: abandonó en sus obras los ambientes nocturnos a favor del decorativismo y el color". El folklore y la representación de tipos tradiciones y populares queda así patente a través de distintos retratos, como el de Adelina del Carril de Güiraldes (1920-1922) y el de Marianne Willumsen (1911). También es especialmente representativo de esta época el lienzo Desnudo bajo la parra (1909), del que la exposición presenta un dibujo preparatorio junto al mismo cuadro. En 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Anglada-Camarasa abandonó París y se instaló en Palma de Mallorca, donde continuó trabajando con las figuras femeninas "si bien a partir de entonces quedaban casi siempre representadas en el marco de un paisaje natural". La directora del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, señaló que aunque en estos años el modernismo literario ya había llegado a su fin, "Anglada-Camarasa prolongó este estilo en el arte desde una mirada propia, añadiendo elemento bizantinos y decorativistas". Esta sección incluye también algunas piezas correspondientes a los últimos años del artista, a quien el estallido de la Guerra Civil le sorprendió durante una exposición en Barcelona, desde donde se trasladó a Francia como exiliado (volvió a Mallorca, pocos años antes de su muerte, aunque como recordó ayer Silvia Pizarro "pintó hasta el fina de sus días"). La cuarta sección, Pasión por la danza, está dedicada a una de las grandes pasiones de Anglada-Camarasa, el baile y los gitanos, un contexto "que le permitía indagar en todo lo relativo al color y la anatomía femenina". También se incluyen algunos dibujos de bailarinas parisinas de can-can.

La baronesa Carmen Thyssen recordó que esta muestra es la primera que organiza el museo sin fondos de su colección, "una línea en la que queremos seguir trabajando para que vengan obras de otras colecciones y museos y seguir organizando así más exposiciones temporales". El primer paso ya está dado.

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