Cultura

Tocar o no tocar, ésa es la cuestión

Después de haber celebrado sus 30 años de supervivencia, Tabletom regresa con un nuevo álbum lleno de buenas canciones e inolvidables momentos. Si, desde que se anunció su grabación, el hecho de que los hermanos Ramírez ganaran protagonismo en las voces en detrimento de Roberto lo ha marcado a fuego como distinción, una vez (re)escuchado cabe afirmar que esto, en realidad, es lo de menos. La banda funciona como banda y Roberto sigue funcionando como lo que es Roberto, pero lo más destacable es la libertad que destila el álbum; libertad compositiva, entiéndase, con un Pedro Ramírez en estado de gracia que, con la excusa de arrimarse al jazz, resuelve desarrollos instrumentales admirables. Lo mejor es la manera en que un tema como Mimosas y acacias remite a Mezclalina, con mucho sentido del humor metido en el rock progresivo sin que éste pierda un ápice de su intensidad. Y luego, claro, está el funk pegadizo de Sigamos en las nubes, con los proverbios de Juan Miguel González sobre unas bases contundentes y muy elaboradas.

Si hubiera que poner un pero, que se puede, habría que lamentar una excesiva limpieza en la producción, artesanal y juanpalomera pero demasiado depurada cuando no hubiera caído mal un pelín de atmósfera sucia. De todas formas, conviene juzgar a Tabletom de una vez por su obra, y no por las oportunidades perdidas ni por las drogas que han probado. Sigamos en las nubes es una oportunidad de oro.

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