Cultura

Treinta años sin Chaplin

  • El genio tragicómico murió a los 88 años en la madrugada del 25 de diciembre de 1977 en la localidad suiza de Vevey

"La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia", decía Charles Chaplin y, treinta años después de su fallecimiento, todavía no hay lejanía suficiente para explicar la dramática trayectoria vital de uno de los mayores genios del humor.

"Este es un momento muy emocionante par mí y las palabras parecen futiles, tan enclenques... Sólo puedo decir gracias por el honor de haber sido invitado aquí. Sois maravillosos, gente dulce", dijo entre lágrimas cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Óscar honorífico.

Ni un reproche dedicó Chaplin (Londres, 1889) al mundo que le había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de veinte años de exilio en Europa, y sólo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad.

"Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es 'elefante'", ironizaba, y no recurrió a ella hasta 1935 en Tiempos modernos, aunque en ella todos hablaban menos él.

El pequeño Charles Spencer Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que le mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerle. Procedente de una familia paupérrima, la infancia Chaplin fue digna de los más desesperanzadores relatos de Dickens y retratada por él mismo de manera indirecta en la enternecedora y magistral El chico (1921).

Lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama, su emoción vivida de primera mano que quedó en una filmografía ilustrada por niños, una ciega en Luces de la ciudad (1931) y, desde luego, el desamparo de su inmortal vagabundo Charlot.

En 1912 se instaló en Estados Unidos, en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad -fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925- le hizo el mayor icono del cine mudo. Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos como Harold Lloyd o Buster Keaton.

Fuera del encanto del bombín, el bigote y los zapatones ofreció en títulos como La quimera del oro (1925) sus obras más amargas, en las que captó al cómico crepuscular y la incomprensión personal e ideológica a la que la opinión pública estadounidense le sometió.

Así, Monsieur Verdoux (1947) -el último Charlot- y Candilejas (1952) dieron la vuelta a su filmografía mientras se revelaban los entresijos polémicos y trágicos del genio que, al promocionar la última de ellas en Reino Unido, no pudo volver a Estados Unidos.

Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas -que vieron en Tiempos modernos y El gran dictador (1940) contenidos comunistas-, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él -con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18-, le hicieron persona non grata para la moral de la época.

De hecho, la biografía Tramp: The Life of Charlie Chaplin, de Joyce Milton, aseguraba que Vladimir Nabokov se inspiró en él para crear su obra maestra Lolita. Sea como fuere, una vez en Inglaterra rodó Un rey en Nueva York en 1957 y La condesa de Hong Kong en 1967, que supuso un broche indigno a su trayectoria y fracasó en crítica y público.

Pero Hollywood subsanó su error en los setenta y, además del citado homenaje honorífico, en 1973 le dieron un nuevo premio en competición por la música que él compuso para Candilejas, que nunca había sido estrenada en Los Ángeles hasta entonces.

Con 88 años, Chaplin murió de manera tranquila en la madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey, pero su cuerpo aún sufrió un último revés tragicómico: El 3 de marzo de 1978 fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo.

Billy Wilder, que siempre reconoció la influencia de Chaplin en su humor, escribiría: "Al crear a Chaplin, Dios estaba en muy buena forma. Necesitará uno o dos siglos para conseguir hacer otro genio de este calibre".

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