Cultura

Ventajas del sabor dulce

Teatro Cánovas. Fecha: 25 de febrero. Compañía: Caramala. Dirección: Sergio Rubio y Caramala. Texto: Sergio Rubio. Reparto: Carmen Baquero, Virginia Muñoz y Noemí Ruiz. Aforo: Unas 350 personas (casi lleno).

Una de las peores perversiones del teatro actual es su abundante falta de honestidad. A menudo uno decide ir a ver un espectáculo tras escuchar a sus responsables promocionarlo y luego se encuentra sobre las tablas algo completamente distinto. Se trata de un mal que atañe a artistas consagrados y a compañías incipientes, en escenarios grandes y pequeños. Es cierto que en estos tiempos montar una obra implica jugársela hasta el cuello y que hay que atraer al público como sea. Pero hacerlo a costa de la verdad tendrá, seguro, consecuencias nefastas. Posiblemente, al menos en democracia, nunca ha sido tan urgente un debate sobre la responsabilidad ética del teatro como ahora. Por eso resulta tan reveladora una propuesta como Caramelo, la segunda de la compañía malagueña Caramala. Encontrarse con sus tres jóvenes actrices sin un asomo de impostura, ofreciendo exactamente lo que prometen, sin aparentar ni una sola vez lo que no son (mérito que revela más conocimiento del oficio del que su corta edad puede inducir a pensar) reconforta, y cómo, con el viejo hábito de ir al teatro.

Caramelo es una comedia amable. Muy amable. Sergio Rubio ha urdido una trama preciosa que continuamente está al límite, en la que se corre el riesgo de abrazar en cualquier momento el ridículo y el lagrimeo, pero no hay aquí nada de eso. La obra indaga con mucho humor en los márgenes más oscuros y más luminosos de tres personajes de inmediato reconocibles (otro riesgo asumido con feliz resolución: su complicidad nunca se traduce en previsibilidad) y habla sin tapujos sobre las relaciones humanas (¿por qué me acordé en algún momento de Hannah y sus hermanas?) en un marco, el de la familia, tratado con más flexibilidad pero también con más hondura de lo acostumbrado. El estreno de ayer fue un éxito, y el estallido final del público hizo justicia. El trabajo interpretativo es sobresaliente (sí, vale, también cuando cantan), aunque quizá algún personaje, especialmente el de la hermana menor, necesitaría más claves, sobre todo físicas, para evitar una excesiva dependencia del tic. Pero qué rico este caramelo. Vayan a verlo.

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