Cultura

35 años sin John Ford

  • Recibió cuatro Oscar de la academia a la mejor dirección por "El delator", "Las uvas de la ira", "Qué verde era mi valle" y "El hombre tranquilo"

François Truffaut le definió como "uno de esos artistas que nunca pronuncian la palabra 'arte', y de esos poetas que no hablan nunca de poesía", pero él siempre se presentaba a sí mismo diciendo simplemente: "Me llamo John Ford y hago películas del oeste". El cineasta murió el 31 de agosto de 1973, a los 79 años de edad.

Su nombre era John Martin Feeney, nació el 1 de febrero de 1894 en Cape Elizabeth, en Maine, y fue el decimotercer hijo de un matrimonio de emigrantes irlandeses que le bautizaron como Sean Aloysius O'Fearna. A los 19 años se trasladó a Hollywood para comenzar a trabajar con su hermano Francis Ford, director, guionista y actor de los estudios Universal, y en 1917 dirigió las primeras películas de una extensa filmografía de más de 140 filmes, western como El tornado, Hombre entre hombres o A prueba de balas, interpretados por Harry Carey.

En 1920 conoció a la que fue su compañera hasta el final de sus días, Mary McBryde Smith, una mujer de origen irlandés con la que no pudo casarse por la iglesia puesto que ella estaba divorciada, y con la que tuvo dos hijos Patrick Michael y Barbara que, como su padre, se dedicarían al cine, uno como productor y realizador y la otra como montadora.

Un año después de cambiar su nombre por el de Jack Ford primero y el de John Ford poco después, en 1924, rodó el que sería su primer gran éxito, El caballo de hierro, pero no fue hasta la llegada del cine sonoro cuando el mundo se rendiría ante su genio al dirigir en 1935 El delator, la película por la que recibió el primer Oscar al mejor director, un galardón que volvió a ganar en 1940 por Las uvas de la ira, en 1941 por Qué verde era mi valle y en 1952 por El hombre tranquilo.

En 1939, Ford rodó una de las películas fundamentales de la historia del cine La diligencia, con la que elevó el western a la categoría de género mayor y sentó definitivamente las que durante décadas serían sus líneas maestras. Para muchos se trata de la mejor película del Oeste de la historia del cine y fue la primera colaboración del director con uno de sus actores preferidos, John Wayne, con el que continuó trabajando durante toda su carrera.

Activo luchador durante toda su vida, en 1937 John Ford ingresó en el Comité cinematográfico de Ayuda a la República Española y se ocupó personalmente del envío de ambulancias a las Brigadas Internacionales. En 1938 se posicionó públicamente a favor del bloqueo a la Alemania nazi y militó en la Liga Hollywoodiense Anti-Nazi lo que, tras la firma del pacto germano-soviético, "pacto Ribbentrop-Molotov", le granjeó duras críticas de sectores comunistas que le acusaron de "propaganda de guerra".

Tras realizar el servicio militar en la Armada durante la II Guerra Mundial rodó varios documentales del conflicto, entre ellos 7 de Diciembre, sobre el ataque a Pearl Harbor, y La batalla de Midway, que recibieron sendos Oscar de Hollywood a la mejor película documental.

Llegó a ostentar el grado de contralmirante y tras la contienda volvió al cine, pero ahora también produciendo la mayoría de sus películas. Fueron los años de títulos tan inolvidables como Fuerte Apache, Río Grande, Caravana de paz, El precio de la gloria, Mogambo. Una época que tuvo continuación en los sesenta con largometrajes como El sargento negro, El hombre que mató a Liberty Valance, La taberna del irlandés y que finalizaría en 1970 con su último film, Chesty.

John Ford murió tres años después en Palm Desert. Los que le acompañaron en esos momentos aseguran que sus últimas palabras antes de morir fueron: "¿Alguien tiene un cigarro?".

Maestro indiscutible del periodo clásico del cine de Hollywood, de su importancia e influencia da idea el hecho de que cuando a Orson Welles le preguntaron quiénes eran los tres mejores directores de la historia del cine no dudó en contestar: "John Ford, John Ford y John Ford". Pero él, siempre con su pose de hombre rudo mantenida para ocultar su tremenda sensibilidad -muy al estilo de sus protagonistas en Centauros del desierto y El hombre tranquilo-, se limitó a declarar: "No hago películas para hacer obras de arte. Ruedo películas para poder pagar las facturas".

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