Cultura

El arpa sagrada

  • En su tercer álbum para Harmonia Mundi, Joel Frederiksen se acerca a los pioneros de la música estadounidense

En 1844, Benjamin Franklin White, un baptista ferviente que había nacido en 1800 en Carolina del Sur, publicó The Sacred Harp, una recopilación de cantos que acabaría dando nombre a un estilo de composición. Se trataba de una música arcaica, escrita habitualmente a tres voces, pero con el cantus firmus todavía en el tenor y un recurso a cuartas y quintas paralelas que la tradición europea había desdeñado hacía tiempo. Las obras se publicaban además siguiendo un particular sistema de notación de cuatro notas, que sirvió para enseñar música en multitud de escuelas de canto americanas entre finales del siglo XVIII y la década de 1860.

La música del arpa sagrada es uno de los argumentos del último disco para Harmonia Mundi de Joel Frederiksen y su conjunto. Frederiksen es un músico singular, bajo de sugerente y hermosa voz, que lleva un lustro dedicado muy especialmente a cantar acompañándose él mismo con el laúd y a sondear en el repertorio de la música folclórica antigua, como mostró en su celebrado debut para la multinacional francesa (The Elfin Knight, con baladas y danzas inglesas). Siguió luego un CD, acaso menos conseguido, sobre la música florentina del siglo XVI, pero para su nuevo trabajo, Frederiksen vuelve al folk anglosajón con un paseo por los orígenes de la música estadounidense, desde la época de la Independencia a la Guerra Civil.

El CD está dividido en seis secciones e incluye un repertorio notablemente variado que se mueve entre los cantos patrióticos, las piezas del conocido como padre de la música coral americana, William Billings (incluido su God is the king, obra singular del músico por requerir un acompañamiento instrumental indeterminado), la propaganda política para tiempo de guerra y los himnos de algunas congregaciones religiosas (especialmente, la de los shakers, grupo fundamentalista cristiano que se organizaba en comunidades estrictamente segregadas por sexo). Además de los nombres de White y Billings, también aparecen piezas de algunos pioneros de la música norteamericana, como Philip Phile, autor de la marcha que acompañó la investidura de George Washington como presidente de la nación, Stephen Collins Foster, el cantautor más conocido de mediados del XIX, o Massah M. Warner, que fue organista en Filadelfia.

El Ensemble Phoenix Munich está formado aquí por un cuarteto vocal y otro cuarteto instrumental (violín, flauta, violonchelo y guitarra), aunque Fredriksen se acompaña también con su propia guitarra y el tenor Timothy Leigh Evans incorpora diferentes instrumentos percutivos. Con todo, la mayor parte del programa está cantado a cappella, con diferentes agrupaciones de voces. El contraste entre la austeridad de los espirituales, la delicadeza de los temas más clásicos y el aire de balada folclórica que impregna buena parte de la recopilación es uno de los principales alicientes de un álbum lleno de frescura, audacia e inteligencia.

Ensemble Phoenix Munich Joel Frederiksen Harmonia Mundi

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