mayte martín. cantaora

"El artista no debe buscar al público, es al revés; si lo hace, el arte se desvirtúa"

  • La catalana presenta mañana en el Terral 'Tempo Rubato', un espectáculo de baladas con matices flamencos en el que estará acompañada por el Quartet Quixote

Mayte Martín (Barcelona, 1965) interpretará en el Teatro Cervantes canciones que "cuentan" su vida.

Mayte Martín (Barcelona, 1965) interpretará en el Teatro Cervantes canciones que "cuentan" su vida. / isabel camps

El Terral que abre hoy Vicente Amigo en el Teatro Cervantes tendrá mañana a las 20:30 y en el mismo escenario como protagonistas a Mayte Martín (Barcelona, 1965) y su nuevo y singular proyecto, Tempo Rubato, que se reflejará en un disco para el que la artista ha recurrido al crowdfunding.

-Un trabajo cocido a fuego lento y en el que le canta al amor. Desde fuera se diría que lo suyo es anacrónico...

-Totalmente, porque como concepto esto nació hace 20 años. Al principio había tres o cuatro temas y después se han ido sumando otros a lo largo de la vida, a medida que me han ido pasando cosas. Además, tuve claro desde un primer momento que tenía que contar con los arreglos de Joan Albert Amargós y también que quería que se sustentara con un quinteto de cuerda. Son baladas de amor y los instrumentos de cuerda tienen ese sonido doliente y esa melancolía que encajan a la perfección.

-¿Qué le ofrece al público para que le sea fiel haga lo que haga?

-De entrada, tengo que decir que para mí esto es lo más bonito del mundo. Me encuentro a gente en la calle que me dice que viene a verme y luego me pregunta qué voy a hacer. Esto es muy importante para un artista cuyo leit motiv es la libertad. Siento que tengo un público que me sigue y está ahí haga lo que haga. Seguramente vayan sin saber exactamente qué van a ver. Me siento enormemente agradecida. Por qué es así..., pues porque lo que importa es lo que construyo, no la materia prima. Es decir, importa más el carácter. Haga flamenco, boleros, canciones de autor o le cante a Manuel Alcántara, todo tiene un sello, independientemente del lenguaje musical que escoja. Creo que es con eso con lo que comulga la gente, con mi forma de hacer las cosas.

-Una forma en la que ha antepuesto su libertad artística a lo que espere el público o el mercado. ¿Es difícil ese camino?

-Es que parto de que los artistas no deben buscar al público, es al revés; los artistas deben ser quienes son, estar y ser fieles a sí mismos, no hacer nada buscando tener más público o vender más discos porque entonces el artista y el arte se desvirtúan, pierden la razón de su existencia por ambición. Ambición material, claro, porque yo soy ambiciosa pero de mi libertad. Es lo único a lo que no he estado dispuesta a renunciar. Así se conserva el público. Es como si hubiera hecho un juramento hipocrático de no ser jamás alguien que no soy. Si haces esto estás haciendo un pacto con el arte y con el público, que, al final, lo que espera es disfrutar, compartir el brote último de mi alma, y les importa bien poco qué forma va a tener eso. Lo que importa es que será auténtico.

-Y en este proyecto que presenta, que son 20 años de memorias personales, ¿se siente más desnuda que en otras propuestas o que cantando flamenco?

-Absolutamente, el flamenco es otra historia. Es una cosa bellísima pero no son tus historias. Aquí estoy contando mi vida y claro que me siento desnuda pero no me da ningún miedo. Es más, lo más hermoso que tiene la música o el arte, su verdadero sentido, es precisamente eso, que te da la oportunidad de mostrarte tal como eres. No me ha dado jamás pudor el escenario. Creo que es porque paro las cosas, del verbo parir, de una manera tan natural y orgánica que no me planteo nada más. Construyo desde el corazón. La cabeza viene después a la hora de darle forma pero no antes.

-¿Tampoco, después de tanto tiempo, ha tenido la tentación de arrancar alguna página, como suele ocurrir con los diarios?

-Claro, me ha pasado con la mayoría de las canciones porque forman parte del pasado y además no estarían en el presente. Pero esto también es bonito porque no es mi presente, pero soy yo. Me ha hecho ser la persona que soy y en el amor me ha hecho la amante que soy. Por eso jamás en la vida renegaría de nada de lo que he sentido o de lo que he dado.

-¿Diría entonces que el amor es un sentimiento inagotable?

-Por supuesto, la manera de sentir el amor o de vivirlo va continuamente cambiando. Pero además es universal, porque todo el mundo en algún momento de su vida ha pasado por estas vivencias, por ese dolor, por ese abandono, por cualquiera de las emociones de las que hablo en estas canciones. El amor, y sobre todo el desamor, es lo único que me ha hecho sentir la necesidad de sentarme a componer.

-¿Aquí hay más amor del que araña o del que hace cosquillas?

-[Risas] Hay sobre todo del que araña por eso que decía, que ha sido más el desasosiego o la melancolía lo que me ha hecho sentir ese deseo de componer.

-Hablaba antes de no renunciar a la libertad, pero ¿la integridad es compatible con la industria?

-Qué va, para nada. Te estás dando todo el rato cabezazos... Bueno, hasta que pierdes la inocencia y te das cuenta de que la industria es una máquina de hacer dinero. Entonces llega un momento en que me desligo de todo eso y lo que quiero es seguir mi camino sin nada que lo entorpezca. Me rodeo de la gente que me comprende, obviamente queriendo que todo el mundo trabaje, pero sin dejar de ser quien soy y sin que nadie me cuestione porque el corazón es incuestionable.

-Manuel Molina decía que el silencio se escucha. ¿Vivimos con demasiado ruido en la música?

-Por supuesto, la gente huye del silencio. Esto es terrorífico porque responde al miedo de la sociedad al vacío. Al final el silencio habla, te permite conectar contigo y esto la gente no lo quiere. Por eso cada vez se consume una música más frívola, que tiene menos profundidad porque, claro, las cosas profundas te conectan con tus profundidades y para eso tienes que querer ver. Es comprometido. Por eso el silencio no está de moda.

-En este sentido, ¿qué le exige Mayte Martín al arte?

-Verdad con mayúsculas. El secreto es que las cosas tienen que estar hechas para nada y ya no se hace casi nada para nada. Ahora todo tiene que ser para un fin y en el arte, si las cosas son para algún fin, ya no sirven.

-En el caso del flamenco ha declarado que hay cierta originalidad impostada. ¿Qué es lo verdaderamente transgresor?

-Ahora mismo lo que se busca es la provocación. Y si en la frase ya está la palabra se busca o se pretende para mí ya es anti-arte. Lo siento por quien se dé por aludido, pero si quieres ser rompedor... desastre. No puedes querer ser nada, y a lo mejor el arte no tiene la culpa de que tú seas transgresor. Además, eso lo decidirá el mundo y probablemente dentro de muchos años, como pasó con Morente, al que por cierto se quisieron cargar en su día porque nadie entendía que estuviera haciendo un trabajo en pro del futuro del flamenco; eso se ha visto después. Cuando llegó el futuro se vio. Aprende primero de dónde viene todo esto y luego, si la vida quiere que tú tengas algo que aportar, pues así será. Las aportaciones, si tienen fuste, son discretas, nadie las nota.

-Leemos en Wikipedia: "Mayte Martín, cantaora de flamenco española". ¿Se reconoce en esta descripción?

-Bueno, no me siento únicamente cantaora pero no porque me sienta apartada del flamenco. Es más, creo que todo a lo que le presto atención engrandece mi flamenco. No me siento encasillada en el lenguaje flamenco, pero entre otras cosas soy cantaora de flamenco, eso por supuesto.

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