Cultura

"Está bien que una ficción denuncie pero para juzgar están los espectadores"

  • Después de ocho años ejerciendo de doctor Vilches para la audiencia, este actor "visceral" regresa a los escenarios con una comedia "muy de verdad" que reposa en el Teatro Alameda hasta mañana

La todopoderosa televisión le ha encumbrado cuando llevaba más de 30 años como actor. Jordi Rebellón (Barcelona, 1957) empezó a suplantar vidas sobre el escenario y a él regresa ahora con Mentiras, incienso y mirra que se adueña del Teatro Alameda de Málaga hasta mañana. Ha pasado de doctor brutalmente honesto a anfitrión de una cena de Navidad con muchas sorpresas y un postre surrealista. Una comedia agridulce urdida "entre amigos" y pensada para seis actores "también amigos", confiesa.

-¿Con qué tarjeta de presentación llega a Málaga?

-Pues esta es la cuarta plaza en la que estamos después del estreno en Alicante. Todo gira en torno a seis amigos que se reúnen cada año la Noche de Reyes. Yo encarno al anfitrión que ha decidido darles una sorpresa y que aparezcan de verdad los Reyes Magos para rememorar la ilusión. A partir de ahí se desencadena todo.

-Y debajo de la cotidianidad surgen las constantes vitales...

-Se habla de la amistad, el engaño, la soledad, el sexo, la maternidad.... Es un texto muy de verdad, cada espectador se puede identificar con algo de lo que dicen los personajes.

-Trabajar con actores que son muy amigos entre sí, ¿puede convertirse en una pesadilla?

-Al contrario. Las giras son muy duras porque tienes que compartir viajes, hoteles, teatros... Y es muy diferente hacerlo con amigos con los que sabes que no va a haber ningún problema.

-El guión es de Juan Luis Iborra y Antonio Albert, dos autores de hoy con temas muy candentes, ¿fue lo que le sedujo?

-Está muy bien que haya autores contemporáneos. A veces recurrimos a clásicos porque no hay gente que escriba bien. En este caso, además, es un texto que se compromete. Pienso que en el teatro hay que mojarse y no hablar al vacío.

-Después de ocho años en la serie, tendría mono de escenario...

-Yo soy actor de teatro desde los 15 años. A veces he podido hacerlo más y otras menos. Lo último que hice fue Aquí no paga nadie de Darío Fo y lo compaginé 18 meses con Hospital Central. Lo pasé muy bien pero acabé reventado. Llega un momento en que tienes que elegir y esperar la oportunidad de decir: esto sí que me apetece mucho.

-¿La televisión puede ser un colchón demasiado cómodo?

-La obligación del actor es hacer cualquier formato. Una serie con un personaje tan potente como el doctor Vilches te puede encasillar. Es inevitable que después de ocho años de serie la gente me identifique con él. Por eso precisamente hago otras cosas, para que vean que puedo y, de paso, me oxigeno. Ahora cuando me ven en esta obra me dicen: "A ver si eres capaz de hacerme reír". Pues claro, porque soy actor, es mi responsabilidad .

-¿Hasta qué punto enseñan los centros de interpretación?

-Yo soy un actor más visceral que de escuela. Aunque hice muchos cursos porque no pude entrar en la escuela de arte dramático de Barcelona. Se presentaron 150, eligieron 30 y yo me quedé en el 37. Soy partidario de aprender una técnica mínima sea la que sea. Siempre me acuerdo de una anécdota de Dustin Hoffman y Laurence Olivier en Marathon Man. Hoffman tenía que venir corriendo y hablarle al otro con tono cansado. Corrió 200 metros y seguía corriendo. Olivier le preguntó qué hacía, y él dijo que tenía que hacer de hombre cansado. Le contestó: "Pues interprétalo". Si el resultado es bueno da igual el trayecto elegido.

-Ha estudiado también canto, baile y voz, ¿le tientan los musicales, ahora tan en boga?

-Me encantan, pero conozco mis límites. Soy un actor que podría cantar pero no un cantante que podría actuar. No sabría hacer El fantasma de la ópera, por ejemplo.

-Le han propuesto protagonizar una serie para TVE sobre el asesinato del alcalde de Fago, ¿le convencen las historias de denuncias?

-Me tengo que leer el guión pero creo que sí lo haría. Considero que en una ficción hay que denunciar pero no juzgar, para eso ya están los espectadores. Además se denuncia de una manera menos cruel que en un informativo, que emite imágenes que a veces no hacen tanta falta.

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