Feria de arte contemporáneo Ifema acoge un año más a galerías y artistas de la provincia

El caleidoscopio de ARCO desde la óptica malagueña

  • Los creadores Simón Zabell, Carlos Aires, Nono Bandera y Rogelio López Cuenca participan un año más en la feria con propuestas que acaparan la atención

ARCO no tiene puntos de vistas. Es, sencillamente, una inmensa pupila que absorbe sin límite alguno todo lo que refleje contemporaneidad. Tiene capacidad para sublimar, simplificar y hasta ridiculizar cualquiera de las manifestaciones que se posan ante su mirada. En los pabellones 6, 8 y 10 de Ifema estos días cabe todo y todo vale. El jueves, en la primera jornada abierta al público, familias, estudiantes, expertos, pseudoentendidos y curiosos en general paseaban por las distintas galerías (sin aglomeraciones, los 32 euros de la entrada general no invitan al entusiasmo) con parada obligada en lo singular. Y el nombre de Málaga provocaba alguna que otra retención. La obra de los malagueños Carlos Aires, Simón Zabell, Nono Bandera y Rogelio López Cuenca se paseaba por distintas galerías nacionales con propuestas que, cuanto menos, sugerían una mirada atenta.

En la veterana galería Juana de Aizpuru, López Cuenca -recientemente galardonado por la Junta con los premios Iniciarte a la creación- desplegaba su visión irónica de la metrópolis en la fotografía Yes-Dios, una pieza única de 2008 que llamaba la atención de muchos viandantes. A pocos metros de su órbita, en el mismo pabellón 10 Nono Bandera (Málaga, 1958) exhibía en la galería Espacio Mínimo de Madrid sus últimos óleos sobre ensamblaje de lienzos bajo el lema Baroque. A uno de ellos le señalaba gratamente el icono rojo de "vendido". El nombre de López Cuenca repetía presencia en la galería mallorquina Palma Dotze junto a Antonio Muntadas para crear el mural Arte contra la crisis. Alimentado con titulares que ambos artistas han rescatado de periódicos nacionales. A pocos metros, la pared reproducía otra de sus obras en tres palabras sucesivas leídas de arriba abajo en letras de plata sobre campo negro, rentabilidad, tranquilidad, éxito. El proyecto se presenta como una propuesta de reflexión acerca del concepto crisis, que no parece hacer mella en los galeristas, a tenor de sus comentarios.

La huella del arte local seguía su camino hasta llegar a la galería Sandunga prácticamente monopolizada con el sello de los malagueños Carlos Aires y Simón Zabell, imprescindibles en este centro de arte granadino desde los comienzos de la feria. Love is in the air da nombre a una ocurrente instalación de Carlos Aires (Ronda, 1974) sobre pared realizada con trozos de discos de vinilo en los que el artista perfila iconos de la violencia y la pornografía. Su investigación sobre el bombardeo mediático le lleva a plasmar secuencias de masturbaciones, metralletas, ejecuciones… a modo de espectáculo. La misma alegoría muestra, esta vez sobre billetes de 50 euros, en la galería Álvaro Alcázar. A su lado, pared con pared, Simón Zabell cuelga La casa de Hong Kong, una creación acrílica que el malagueño, realizó ex profeso para la antigua iglesia de Santa Lucía en Sevilla, y que está basada en la novela homónima del escritor francés Alain Robbe-Grillet. El artista culmina así una serie de tres proyectos basados en la novela del autor galo con las palabras y las formas en constante juego escénico.

Este año en el pabellón 10, cuatro nombres con cuna en Málaga reparten su talento al abrigo de reconocidas galerías, fuera de su ciudad natal. La nómina se completa con la visita en el pabellón 8 a las mallas metálicas de Enrique Brinkmann, el único de sus paisanos que expone en esta edición de la feria con un centro malagueño, Gacma. Entre las obras que exhibe el artista malagueño en ARCO, la Diputación de Málaga ha adquirido la pieza Redes G2, elaborada en técnica mixta (papel Paperki) de 50 por 70 centímetros, realiza por Brinkmann en 2008.

Al margen de la producción local, un paseo sin prisas por ARCO devuelve más de un signo de interrogación al rostro de muchos de sus visitantes. Si el propósito es provocar confusión y no pasar de largo, lo consigue. Ejemplos hay para montar otra feria paralela -podría ser la del arte sin complejos-, basta con detenerse en cualquier punto donde sobresalga un piña de gente con cámara en ristre. En el stand de una galería berlinesa, por ejemplo, Orimoto Tatsum ha colocado tres bicicletas en línea con sus cestas rebosando barras de pan. Y sobre la pared completa el discurso una serie de fotografías en las que se ven a japoneses a punto de ser ejecutados con más piezas de pan a sus pies. Porque en ARCO sigue cabiendo todo. Y el suelo puede ser un gran caballete para la creación más cotidiana. Como la montaña de maletas grises de distintos estilos y tamaños que interrumpen el paso y que una galería danesa lo incluye entre su oferta artística. Sí, se vende como arte, también. En una feria de arte contemporáneo no hay espacio para la indiferencia.

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