Dani Macaco - Músico

"No me considero un músico social, ni panfletario ni abanderado de nada"

  • Lidera una banda con la fusión, "sin confusión", como timón de un sonido que bebe de los compañeros de viaje con los que se ha cruzado en 10 años de carrera · Este sábado lleva su 'Puerto presente' a Frigiliana

Lo suyo es la palabra. Cantada o hablada, en cualquiera de sus vehículos, pero siempre con conciencia. Aunque no presuma de ella, Dani Macaco (Barcelona, 1971) disfruta con la expresión verbal. En su discurso se repiten las palabras tierra, naturaleza , casualidad y, sobre todo, agradecimiento. Con su quinto disco, Puerto presente, ha arrasado en las listas de ventas y en una gira que este sábado le lleva al festival Tres Culturas de Frigiliana. Consciente del poder limitado de la música, confiesa que aunque por sí sola no puede cambiar el mundo "hace que te mueves y pienses".

-En sus conciertos se mezcla un público muy dispar, ¿a qué lo atribuye?

-El público no ha parado de crecer estos años y yo puedo presumir de ver a gente diferente en los conciertos. Desde niños de 6 años hasta personas de 60, y con toda clase de pintillas. Hace años que me saqué un montón de prejuicios de encima. Hay mucha gente a la que le interesa que sigamos teniendo prejuicios porque eso no separa y así somos más fáciles de controlar. Yo me he pasado la vida viajando, no soy sabio de nada y aprendiz de todo. Me rodeo de amigos con chaqueta y corbata y otros con rastas.

-¿Confía en la validez de la música como motor de cambio?

-La música mueve sentimientos y las personas son las que mueven este mundo. Yo hablo de lo que me sale, no soy un músico social. Puedo hacer una canción de amor como en este disco con Romances marineros, o hablar de medio ambiente sin radicalismos. Soy sólo un amante del mar y la montaña e intento actuar con espontaneidad. No soy un músico panfletario, ni político ni abanderado de nada.

-En la portada de este álbum aparece izando una bandera...

-Es una bandera con los colores del código de señalización de los marineros, que surgió de una manera sorprendente. Son unos colores con los que yo soñaba mientras componía el disco, los escogí y después supe que el azul y el amarillo juntos quieren decir quiero comunicar. Fue flipante.

-Dicen que éste es su álbum más mediterráneo tanto en los ritmos como en las letras.

-Es cierto. Yo soy una persona muy acuosa, me considero medio marinero, estoy curtido en viajes y todo ese mundillo de naturaleza y ambiente submarino me inspira.

-Le gusta decir que la vida es un baile entre el destino y tus propios actos, ¿lo ha sentido en su carrera?

-La vida es un vaivén. Tú vas haciendo tu caminito y van sucediendo las cosas. Yo creo mucho en la visualización, como reflejo de las ilusiones interiores que tenemos. Luego para materializarlas hay que currárselo. El público va decidiendo contigo. Si tu mimas los conciertos, las portadas, los discos, ellos se dan cuenta. Yo soy un músico muy artesanal, como decía mi padre: el sonido hecho a mano.

-El hecho de rodearse de músicos de Brasil, Camerún, Venezuela, ¿es casual?

-Totalmente. Esto no es United Colors Of Benetton (risas) Podía haber coincidido con gente blanca, sueca o africana. Yo trabajo sobre todo con músicos que tengan la cabeza abierta, que crean en la fusión sin confusión porque en la mezcla no todo vale. Por mis padres y amistades siempre he estado cerca de gente de Suramérica, África, Europa... Para mí es algo natural. Influye en la música que hago pero no mezclo todos los estilos. Mis influencias más directas son la rumba catalana y el reggae. Y lo que más me interesa es la canción por encima del estilo. Como decía John Lennon, cuando le preguntaban cuál era la próxima revolución musical: una buena canción. En eso creo.

-Tras su reciente visita al Sáhara hace suyas las palabras de Javier Bardem al definir la zona como "el patio trasero del infierno"...

-Es un lugar inhóspito, viven en mitad del desierto cuando proceden de la costa, cerca del mar y con mucha vegetación. Esa gente tiene una capacidad de adaptación increíble. Yo simplemente continúo la frase diciendo: es un patio del infierno pero iluminado de flores, lleno de la comunicación de los saharauis. Es asombrosa la alegría que tienen frente a la adversidad.

-¿Cómo cree que se les podría ayudar desde el primer mundo?

-Es una de las injusticias más grandes. Podemos intentar presionar todos desde nuestro sitio. España para mí tiene una responsabilidad moral. Avanzamos en tecnología pero en comunicación humana aún nos queda muchísimo.

-Sus letras hablan de respeto a la tierra y a la naturaleza, ¿en qué nos equivocamos?

-No soy profeta de nada, ni biólogo ni político. Creo en los pequeños movimientos como el de reciclar y apagar la luz cuando no la estás usando. Pero todo eso son parches, el cambio importante vendrá cuando cambiemos las prioridades. Las crisis son buenos momentos para avanzar. En el alfabeto chino crisis significa oportunidad, de cambiar e ir acorde con la naturaleza. Aunque no somos tontos y sabemos que hay muchos intereses económicos.

-¿Hacia dónde se mueven sus pasos ahora?

-Soy una persona muy inquieta, a veces me paso, necesito parar. Pero estoy muy agradecido. Me queda un año más de gira por Latinoamérica, EEUU, posiblemente repita Japón... Son cientos de conciertos y canciones que crecen en otros países y hay que estar allí. Quiero darles vidilla y que me la den ellos a mí.

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