Cultura

De cuerpos como espejos

  • La Sala Cuarta Pared de Madrid dedica desde hoy y hasta el sábado una retrospectiva a la compañía de danza La Phármaco, que dirige la malagueña Luz Arcas

Si todas las historias tienen un comienzo, ésta no iba a ser menos: fue en 2009, con la obra El libro de los venenos (que aquel mismo año ganó el Premio Injuve y el Málaga Crea), cuando la compañía de danza La Phármaco escribió su primer capítulo en Málaga de la mano de la bailarina y coreógrafa Luz Arcas. Y tuvo así su génesis uno de los episodios más asombrosos, fértiles y ambiciosos de la danza contemporánea en España: el siguiente espectáculo, El monstruo de las dos espaldas (2010), celebró ya su estreno en Madrid, donde La Phármaco se instaló para reunir a intérpretes de diversos orígenes bajo la inspiración del poeta Abraham Gragera como aliado indispensable de Arcas en la creación de montajes que habrían de hacer honor al nombre de la compañía: la danza es aquí, ciertamente, un remedio, o más bien un chivo expiatorio que tiene el poder de adentrarse en las dimensiones más oscuras y más luminosas de la experiencia humana, a través de la Historia, para despertar en el espectador la impresión certera de una sanación; tal vez, una redención. Llegaron después reconocimientos para Luz Arcas como dos nominaciones al Premio Max a la mejor intérprete en su categoría (en 2013 por Éxodo: Primer día y este mismo 2017 por Kaspar Hauser. El huérfano de Europa), el Premio del Teatro Andaluz (en 2015, por La voz de nunca) y el Premio Ojo Crítico de RNE (también en 2015), entre otros. Sus espectáculos han contado con la colaboración de instituciones como los Teatros del Canal y la Compañía Nacional de Danza, mientras que Arcas ha actuado y desarrollado proyectos en buena parte de Europa, EEUU, América Latina, India y África. Desde hoy y hasta el sábado, la Sala Cuarta Pared de Madrid dedica una retrospectiva a La Phármaco que, por razones obvias, es más que merecida; pero, más aún, refuerza la posición de Luz Arcas y su compañía como depositarios del mayor talento para la danza en la última década.

Esta retrospectiva comenzará hoy con el encuentro titulado Un espejo contra el que mirarnos, que revisará la producción reciente de La Phármaco a través de proyecciones, la actuación en directo de la propia Luz Arcas con varios solos a modo de fragmentos y la intervención de cómplices como Eduardo Pérez Rasilla, Ana Gorría, María Velasco, Ana Sánchez Acevedo y Abraham Gragera. A partir de aquí, la compañía representará sus dos últimas producciones: el martes 19 y el miércoles 20 hará lo propio con Kaspar Hauser. El huérfano de Europa, otra pieza armada en clave de solo que, a través del legendario personaje, presenta una abrumadora aproximación a la soledad, la memoria y la identidad. Tras el descanso del jueves, el viernes 21 y el sábado 22 La Phármaco representará Miserere. Cuando la noche llegue se cubrirán con ella, obra estrenada el pasado febrero en el Teatro Cervantes de Málaga con seis bailarinas en escena, la música de Carlos González (otro viejo colaborador de la compañía) y una verdadera expiación a la sombra de Elias Canetti y René Girard. Y los cuerpos volverán a ser espejos para mirar.

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