Cultura

La cuestión es: ¿cuántas veces hemos visto esta película?

A estas alturas, con un empacho considerable de películas en lo alto, resulta cada vez más difícil apreciar los elementos que distinguen unas propuestas de otras. Con los periodistas cansados y la atención cada vez más dirigida a otras partes para no aburrir a las audiencias, las cintas proyectadas en la última fase del festival tienen bastantes posibilidades de salir perjudicadas. No sé si será por esto, pero cuando vi ayer 8 citas salí del Teatro Cervantes con la sensación de haberla visto anteriormente, y más de una vez. Ni siquiera su estructura de historias cruzadas me sabía a original. Y eso que la producción encierra algunos elementos de valor, como la actuación de Raúl Arévalo y el primero de los ocho episodios, que parece reunir de por sí un material más interesante para un posible largometraje que los otro siete juntos. El caso es que el registro de comedia volvía a ser el mismo que el aprendido mil veces en mil películas y mil teleseries, ya saben, una mezcla de psicología barata y autoayuda de mercadillo en torno al amor, o, quizá con justicia, en torno a echar un polvo o no echarlo. ¿Será que el Festival ya dura demasiado, o que el cine español tiene la imaginación metida en cierto apéndice?

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