Cultura

'2036', un ensayo del ocaso

  • Els Joglars elige Sevilla para el estreno absoluto mañana de su nueva obra, en la que reflexiona sobre la "vejez digna e inconformista" y celebra su medio siglo de existencia especulando con la forma que tendrá su final

Durante medio siglo Els Joglars han aplicado su mirada corrosiva sobre la política, la religión, el nacionalismo, la democracia o la aplastante mística de la cocina de vanguardia, y ahora, cuando la compañía catalana prepara la celebración (en 2011) de su cincuentenario, sobre ellos mismos. El Teatro Lope de Vega de Sevilla acoge mañana el tercer estreno absoluto de la compañía catalana, tras La cena (2008) y El retablo de las maravillas (2004). 2036. Omena-G, la obra que presentan en esta ocasión Albert Boadella y sus compañeros, es un "anti-homenaje" a las señas de identidad de su teatro y el primero de los actos conmemorativos de la agrupación privada y estable más longeva de los escenarios europeos.

"Ha sido una experiencia muy cercana a la utopía, que es hacer lo que uno desea y poder ganarse la vida más o menos con ello, y además con una muy buena armonía en el trabajo y disfrutando de una audiencia que nos ha seguido", dice Albert Boadella.

En el año 2036, un banco y un conglomerado de empresas organiza un homenaje a los últimos cómicos de una compañía insigne en el pasado y que encara su septuagésimo quinto aniversario. Éste es el punto de partida del nuevo espectáculo de Els Joglars, conducido por dos jóvenes -que dan pie para hablar de la confrontación de esos dos mundos- y cuyo "núcleo esencial" es un juego "cruel" pero también "divertido" con los personajes, que son las proyecciones de sí mismos de los miembros de la compañía. Es una obra que Boadella califica de "atípica" en la trayectoria de la agrupación porque "los actores se interpretan a sí mismos", con su propio nombre.

De este modo propone el montaje una reflexión sobre la vejez, sobre cómo afrontarla "con dignidad y de manera inconformista", un tema, dice el dramaturgo, que "empieza ya a tocar a algunos" y por el que en cualquier caso "todos pasaremos".

En ese futuro, continúa, la intervención del Estado en la cultura será menor, o por lo menos no tan directa como ahora, y la sociedad se estará planteando -empezará a hacerlo "pronto", afirma- "qué hacer con la cantidad ingente de ancianos". Esto es todo lo que está dispuesto a avanzar o sugerir Boadella de la obra, que tendrá dosis de "sarcasmo, tragedia divertida y dosis de ternura", un elemento este último que a veces ha pasado "desapercibido" por el peso de la comicidad. Por eso, añade, los gags estarán más contenidos y dosificados.

Y es que con la edad "se vuelve uno más formal". Boadella siente "vértigo" y "nostalgia" al mirar atrás y comprobar lo que ha significado Els Joglars en la vida de sus miembros. Ha sido una compañía "casi familiar" que ha creado algo duradero, hecho "insólito" en este país, y embarcada en un "enfrentamiento con el poder" que es "milenario en el gremio". Pero todo cambia, hasta el poder, y si durante la dictadura era muy fácil identificarlo, hoy y desde hace tiempo "no está tan claro dónde está".

Quizás por eso, piensa Boadella, porque se sienten "profundamente enraizados" en una sociedad con la que no temen entrar en conflicto, han sido tachados por igual de anarquistas y reaccionarios, de antipatriotas (renunciaron a actuar en Cataluña en protesta por las políticas nacionalistas) o blasfemos. Consecuencias de una voluntad de "nadar a contracorriente" mantenida con "obsesiva terquedad", la que ha caracterizado, dice el dramaturgo y director de 2036..., una "prodigiosa aventura" que terminará irremisiblemente. Esa certeza, ese miedo, es lo que alimenta la última sátira de Els Joglars.

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