Cultura

Los escolares toman su asiento un año más para aplaudir a la OFM

  • La sala Falla celebra esta semana una nueva edición de los Conciertos Didácticos con 4.000 alumnos atentos a la banda sonora de sus películas infantiles

Del pupitre a la butaca tan sólo median unas cuantas partituras, las que conforman el programa de Conciertos Didácticos que organiza, un año más, la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Casi 4.000 alumnos de Primaria pertenecientes a unos 50 centros educativos de la capital malagueña acuden desde ayer y hasta el 8 de febrero a la sala Falla del Conservatorio Superior de Música, dispuestos a recibir durante una hora una lección de música en vivo.

Con una media de 500 escolares en cada sesión (hay dos sesiones cada día) las mañanas en El Ejido adquieren un matiz más pueril. Los universitarios habituales se mezclan por unas horas con sus sucesores en el puesto.

Ayer, a las doce del mediodía con el aforo lleno, la sala Falla se inundaba con las melodías de Bach, Williams, Beethoven y Tchaikovsky, entre otros compañeros de auditorio. La Marcha Imperial de La guerra de las galaxias, la banda sonora de Parque Jurásico, Superman, Los Simpson y Doraemon sonaban en los instrumentos de los músicos de la OFM bajo la batuta del joven malagueño Arturo Díez Bofcovich, que se estrenaba ayer en la dirección de estos conciertos.

Mientras, en el patio de butacas los más pequeños se encargaban de marcar el ritmo y acompañar a la batuta con palmas, saltos en el asiento y tarareos varios.

En colaboración con los servicios educativos del Ayuntamiento capitalino, desde 1995 y con carácter anual se celebra este ciclo de recitales líricos (presentados por Luis Naranjo) ideados para introducir al alumno en el universo musical de una forma amena y, sobre todo, vivencial. Los centros escolares se inscriben al comienzo de curso para participar en este ciclo y sus alumnos acuden durante febrero, en el caso de Primaria y en marzo los de Secundaria. Desde su puesta en funcionamiento, más de 40.000 estudiantes han tenido la oportunidad de participar de esta iniciativa.

Antes de convertirse en melómanos en ciernes, los escolares asisten en el aula a una clase de introducción a la música que les prepara para asimilar la escucha posterior. Sobre el papel, conocen las distintas familias de instrumentos que después apreciarán de cerca, para asombro de muchos. Desde el colegio Los Prados, Juan Carvallo aplaudía junto a sus compañeros. Aunque cuando se trataba de recordar los instrumentos, había algo que no le encajaba. "Falta el arpa, que es el que me gusta a mí", lamentaba. Por fortuna su maestra se llevaba a clase material didáctico con el que completar una lección sinfónica.

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