Cómics

Un escondite oscuro

CRÁNEO DE AZÚCAR. Charles Burns. Reservoir Books. 72 páginas. 24,90 euros.

Cráneo de azúcar pone punto final a la trilogía de Charles Burns iniciada con Tóxico (2010) y continuada con La colmena (2012). Los tres álbumes juntos componen una de las obras más bellas y ambiciosas del autor de Agujero negro, cuyo trabajo, lejos de perder interés, se vuelve más y más potente con los años. A sus casi 60 años, Burns tiene el dominio de un maestro, pero también una frescura impropia de quien lleva casi cuatro décadas dedicado a la historieta. El dibujante parece tener la fórmula de la eterna juventud, y a los pecados de la juventud (o de la inmadurez, que es una condición más permanente del ser humano) está consagrada esta doliente maravilla en tres partes.

Cuando se publicó Tóxico, se citó abundantemente la deuda del libro con las aventuras de Tintín, aunque queda claro que el homenaje es sobre todo estético (una cresta alzada por aquí, una galería de retratos por allá, el pulcro coloreado, el cadencioso storytelling), pues las intenciones literarias de Burns trascienden la mera aventura. Lo suyo es un intenso recuento emocional, servido con la narrativa fragmentaria y engañosamente surrealista de William Burroughs (su imagen asoma una y otra vez en estas páginas) o David Lynch, y tejido en dos niveles paralelos: el sueño y la vigilia. Vean que no digo la realidad y la fantasía; quién sabe cuál de los dos mundos de esta singular novela gráfica es más real, si el paisaje cotidiano no será la auténtica pesadilla. Cráneo de azúcar responde los interrogantes diseminados a lo largo del viaje, golpeando inteligentemente al lector, que se descubre tan equivocado como el propio protagonista.

La ficción de Burns nos habla de las acciones y sus consecuencias, y de cómo, para continuar camino, fabricamos una historia que le dé sentido a nuestra vida, una especie de refugio, un escondite. A menudo, esa historia, dice Burns, entra en conflicto con lo que nos rodea (o somos), se quiebra y nos deja indefensos, heridos y absortos en una ruina. Pero es un nuevo día, y hay que volver a levantarse.

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